https://doi.org/10.24265/liberabit.2022.v28n1.02
ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN
Estudiantes con alta capacidad: explorando su distribución según tipo de establecimiento educativo
Gracia Navarro-Saldañaa, *
https://orcid.org/0000-0002-2581-2510
Gabriela Flores-Oyarzoa
https://orcid.org/0000-0002-9061-818
María-Gracia González Navarroa
https://orcid.org/0000-0002-1499-5518
aUniversidad de Concepción, Chile
Autor corresponsal
Para citar este artículo:
Navarro-Saldaña, G., Flores-Oyarzo, G. y González,
M-G. (2022). Estudiantes con alta capacidad: explorando su distribución según tipo de establecimiento educativo. Liberabit, 28(1), e500. https://doi.org/10.24265/liberabit.2022.v28n1.02
Resumen
Antecedentes:
estudiantes con alta capacidad o potencial de
talento académico, necesitan
un entorno enriquecedor para alcanzar un
desempeño sobresaliente, y fenómenos como la
segregación escolar impactan
negativamente la transformación del potencial intelectual en talento
académico. Objetivo: comparar la distribución de estudiantes con alta capacidad de quinto básico
a cuarto medio de la provincia de Concepción, Chile, provenientes de familias de nivel socioeconómico bajo, medio y alto, según
el tipo de establecimiento
educativo en que estudian. Método: participaron 650 estudiantes entre 11 y 17 años de edad, quienes respondieron el test de matrices progresivas
de Raven, el cual permitió
identificar el potencial intelectual según el puntaje de corte. Resultados: hay diferencias
estadísticamente significativas en
el potencial intelectual entre estudiantes de establecimientos públicos, particulares subvencionados y
particulares pagados, así como
diferencias en la distribución del potencial intelectual según el nivel educativo de los estudiantes y el nivel socioeconómico de sus familias. Conclusiones: al explorar la distribución de estudiantes con alta capacidad
según el tipo de establecimiento
educativo, hay una mayor concentración de estudiantes
con alta capacidad en establecimientos educativos con familias de nivel socioeconómico alto y una menor concentración de estos en establecimientos educativos con familias de nivel socioeconómico bajo.
Palabras clave: alta capacidad; potencial de talento académico; nivel socioeconómico familiar; segregación escolar; tipos de establecimiento educativo.
Abstract
Background: Gifted students or students with academic potential need an enriching environment to achieve an outstanding performance.
However, phenomena such as school segregation negatively affect the transformation of intellectual potential into academic talent. Objective: To compare
the distribution of gifted students from
the fifth grade of elementary school
to the fourth year of high school in the Province of Concepción, Chile, coming from families of
low, medium and high socioeconomic status, determined by the type
of educational institution in which they study. Method: Six hundred
fifty (650) students aged between 11 and 17 participated
in the study and answered the Raven’s Progressive
Matrices Test, which allowed
the identification of the intellectual potential based on the cut-off
score. Results: Statistically significant differences were found in the intellectual potential among students from public,
subsidized private and fee-paying private educational institutions, as well as differences in the distribution of the intellectual potential relative to the students’ education level and their families’ socioeconomic status. Conclusions: When exploring the distribution of gifted students according to the type
of educational institution, there was a higher concentration of those students in educational institutions with families of high socioeconomic status,
and a lower
concentration in educational
institutions with families of low socioeconomic status.
Keywords: giftedness; academic potential;
family socioeconomic status; school segregation; types of educational institution.
Para que las aptitudes de estudiantes
con alta capacidad logren obtener un desempeño
sobresaliente y desarrollen talento académico, requieren
de condiciones individuales, factores sociales favorables y un entorno
que responda efectivamente a sus necesidades
particulares, actuando como un
facilitador y protector
que posibilita la expresión y desarrollo del potencial en latencia (Covarrubias,
2018; Freeman, 2000; Velasco
& Quiroga-Garza, 2018; Yun, 2020).
Los entornos educativos son importantes
en el logro del desempeño académico
de sus estudiantes, aunque, a la par,
en ellos es probable que ocurran fenómenos
que pueden obstaculizar oportunidades para el desarrollo
del potencial intelectual, el bienestar y el aprendizaje de quienes se encuentran en entornos más desfavorecidos o vulnerables. Entre estos fenómenos se encuentra la segregación escolar.
Se denomina segregación escolar al fenómeno que ocurre cuando se observa una distribución desigual de estudiantes en los establecimientos educativos, conforme a
sus cualidades personales, sociales y económicas
(Duk & Murillo, 2019; Morales, 2014; Murillo & Martínez-Garrido, 2017; Murillo et al., 2018).
Por tanto, los
catalizadores ambientales o contextuales juegan un
rol fundamental en la transformación del potencial intelectual en desempeño sobresaliente, en el aprendizaje y en el
bienestar de los y las estudiantes, encontrándose entre los entornos fundamentales la familia, la sociedad y
el contexto educativo (Gagné, 2015;
Renzulli, 2012). Dado el nivel de
segregación social y escolar que caracteriza al contexto latinoamericano (Carrasco
et al., 2014; Morales,
2014; Murillo & Martínez-Garrido, 2017) y el efecto que tiene este fenómeno en la vida de niños,
niñas y jóvenes
en desarrollo (Duk & Murillo, 2019;
Méndez & Gayo, 2019; Murillo et al., 2018), parece relevante explorar algunas diferencias entre estudiantes de nivel socioeconómico alto,
medio y bajo asociado
al tipo de establecimiento educativo en que cursan estudios.
El potencial humano puede entenderse como cualquier
cualidad latente que pueda desarrollarse a través de experiencias (Yun, 2020). Al hablar de
alta capacidad (AC), algunos autores
refieren a una potencialidad intelectual superior latente en las personas
y alude a un rendimiento intelectual superior que destaca por sobre la media, la cual,
en tanto potencial, no implica
necesariamente la expresión de talento cognitivo,
intelectual ni académico
(Covarrubias, 2018; Miguel
& Moya, 2011).
La AC guarda relación con el concepto de dotación propuesto por Gagné (2015), el cual refiere a una serie de dones o aptitudes que se
encuentran de manera natural en las personas
y que se expresan sin entrenamiento alguno. El talento, por su parte,
refiere al dominio de estos dones, situando
a la persona dentro del 10% superior de su grupo etario
(Gagné, 2015).
Arancibia (2009) plantea que un tipo específico de talento es el académico, el cual implica
una habilidad o capacidad superior
en aquello que la sociedad
occidental considera como académico, por ejemplo, las matemáticas, las ciencias naturales, las ciencias sociales y las humanidades, «los talentos artísticos, los deportivos e interpersonales no quedan
incluidos en dicha denominación», y
que «los estudiantes con talento académico
tienen características que los distinguen y de las cuales surgen sus
necesidades educativas especiales» (p. 4).
Transformar la dotación en talento
requiere de catalizadores
interpersonales y ambientales (Gagné, 2015;
González & Domingues, 2015). Al estudiar la AC, los modelos sistémicos dan gran
relevancia a la influencia
contextual, social y ambiental (Pérez et al., 2017). Abraham Tannenbaum,
en la década de los ochenta, propone un modelo psicosocial para comprender la dotación intelectual y el talento;
planteando que para que el talento pueda emerger, no solo es relevante la capacidad o atributos personales, sino también los encuentros
favorables con el ambiente, las experiencias enriquecedoras y las oportunidades que faciliten este proceso (Cornejo
& Benavides, 2013; Tourón, 2004). En la
década de los noventa, Franz Mönks propone el modelo de
interdependencia triádica, destacando como factores fundamentales para el
desarrollo de las potencialidades intelectuales el entorno social inmediato como los pares, la escuela y la familia, y el macroambiente, destacando la situación sociopolítica, económica y cultural en que se encuentra el estudiante (Cornejo
& Benavides, 2013; Covarrubias, 2018; Gómez-Arizaga et al., 2019;
Tourón, 2004).
Renzulli (2012), en su modelo de los
tres anillos, sostiene que las altas
capacidades se sitúan en la interacción de tres elementos:
(1) capacidad intelectual sobre la media, (2) altos niveles de creatividad y (3) alto compromiso con la tarea.
El modelo propone
que la persona con altas capacidades sería capaz de articular adecuada
y equilibradamente aspectos
intelectuales, como la inteligencia y la creatividad, y aspectos no intelectuales, como la voluntad,
la motivación, el compromiso y la implicación en la tarea (Renzulli, 2012).
En esta
misma línea, y abordando los planteamientos de los modelos sistémicos y contextuales,
en Covarrubias (2018) se plantea que el talento
solo puede desarrollarse gracias a la interacción favorable entre las condiciones individuales y los factores sociales,
donde los contextos determinarían tanto las
necesidades y los resultados del
comportamiento humano, como los productos a ser considerados sobresalientes.
Para fines de este estudio, se entiende
la alta capacidad (AC) como la presencia de capacidades o aptitudes
intelectuales que se expresan espontáneamente y sin entrenamiento previo, constituyéndose como un potencial intelectual superior al 90% de la población del mismo rango etario. En tanto, el potencial
requiere que la persona se comprometa con el aprendizaje, el
entrenamiento y la práctica
sistemática para transformar dicho potencial en desempeño sobresaliente o talento académico. Esta AC dota al estudiante de
potencial para tener un desempeño
sobresaliente en actividades académicas, el cual se expresará siempre
y cuando sus necesidades educativas y socioafectivas sean atendidas,
y esté en interacción con catalizadores ambientales que movilicen su motivación, esfuerzo
y perseverancia (Navarro et
al., 2021). Así, la AC se entiende como sinónimo de potencial de talento académico y se diferencia del concepto de
talento académico o desempeño
sobresaliente, pues estos últimos se
expresan o emergen una vez el potencial ha
contado con las oportunidades y las experiencias mínimas necesarias para ello.
Para que los estudiantes con AC puedan transformar su potencial intelectual en talento académico, requieren de un entorno rico en oportunidades de aprendizaje y un contexto facilitador (Arancibia,
2009; Freeman, 2000; Velasco & Quiroga-Garza, 2018), donde cuenten con condiciones sociales, familiares y/o
educativas que posibiliten la
expresión o desarrollo del potencial en latencia
(Covarrubias, 2018; Yun, 2020).
La familia y la sociedad afectan el
desarrollo de las personas.
En el caso de la sociedad, la interacción es influida por el tipo de barrio, la clase social, la etnia y las redes sociales con que cuenta la persona;
mientras que en la familia, la interacción
estaría caracterizada por la presencia
o ausencia de estabilidad familiar, situación económica y
recursos culturales (Martell, 2018).
Las personas con capacidades excepcionales tienen un potencial
innato y latente
que, para desarrollarse,
requiere tanto de ambición y voluntad de desarrollarlo, como de entornos
que brinden oportunidades para lograrlo (Wai, 2014), entre ellos
la familia, la cual se constituye como un primer sistema donde comienza el desarrollo de la AC (Freeman, 2015;
López-Aymes
et al., 2013).
La familia es el primer
espacio psicosocial donde
ocurre el desarrollo humano (Elsner et al., 2002), en tanto institución, es clave en la socialización y desarrollo de las
personas, cumpliendo tareas como el
establecimiento de normas básicas para asegurar la convivencia en sociedad, la transmisión de valores, tradiciones y cultura, y la formación de la autonomía
e identidad (Fajardo et al., 2017). Cada familia cumple el rol de transmitir las expectativas y
las costumbres del entorno
sociocultural en que se encuentra, al mismo tiempo que transmite
sus expectativas y costumbres propias, donde sus integrantes interactúan entre
sí, establecen modelos
de comportamiento, objetivos y metas y se apoyan mutuamente
(Freeman, 2015; López, 2003, citado en Ordaz & Acle, 2012). En ese sentido, el rol que
asume cada integrante estaría
influido por la organización, la comunicación
y el tipo de relaciones que se dan en ella (Velasco
& Quiroga-Garza, 2018).
Existe evidencia que muestra que los logros,
las perspectivas y el desarrollo de los niños están influidos por el estilo de vida y riqueza cultural de sus familias
(Fajardo et al., 2017; Freeman,
2000).
Bronfenbrenner (1985) afirma que los niños crecen
en diversos contextos ecológicos que afectan
su desarrollo, encontrándose entre algunos factores el tamaño de la familia,
el nivel de escolarización, el estatus ocupacional de los padres,
entre otros, existiendo familias donde los niños son
nutridos y criados por sus padres en
casa, mientras que, en otras, los
niños son cuidados fuera de casa. Hay familias
que viven en la pobreza y otras son pudientes económicamente. También están aquellas
donde las madres, padres o
cuidadores trabajan gran parte del día, mientras
que en otras estos están en casa cuando los
niños regresan de la escuela.
Algunos niños crecen en
vecindarios homogéneos étnicamente, mientras
que otros no. Del mismo modo, hay niños que viven en circunstancias emocionalmente pobres en casa,
donde existen problemas económicos, altos niveles de conflicto entre los padres o rotación
de adultos cuidadores en sus vidas (Brofenbrenner, 1985; Freeman,
2015).
La clase social-ocupacional de los
padres en la familia también sería un
factor que impacta en el desarrollo y
educación de los estudiantes, a medida que
el nivel educativo y económico familiar es más
alto, se encontrarían mejores resultados académicos, lo cual estaría dado por la relación entre el nivel cultural o educativo y el nivel
ocupacional de los padres, y por las posibilidades materiales a las cuales
las familias podrían acceder según su ingreso familiar (Fajardo
et al., 2017). Además, el nivel de
formación alcanzado por los
padres conlleva a ser parte de un determinado
nivel social que ofrece al niño distintos estímulos
para el estudio y mayores expectativas futuras (Hoffman et al., 1995).
En Zapata-Zabala et al. (2012),
se presentan diversos estudios que dan cuenta de que
la baja escolaridad de los padres estaría relacionada con la baja calidad y escasez de estrategias que
favorezcan el éxito escolar.
Los niños de madres con altos niveles educativos cuentan con mayores
niveles de conocimiento matemático y habilidades de lectura al ingresar al jardín de infantes, del mismo modo, como resultado
de la exposición diferencial e
informal de los padres al
mundo natural, existen diferencias entre estudiantes
de familias de niveles socioeconómicos bajos y altos respecto
del conocimiento de las ciencias en
el jardín infantil, brecha que persiste hasta la escuela primaria (Olszewski-Kubilius
& Corwith, 2018).
La posición social, la vida cultural
y las oportunidades para aprender que ofrece el entorno a niños y niñas estarían relacionados con
el nivel de formación alcanzado por
los padres. Esto tendría un rol
fundamental en la inteligencia y el rendimiento escolar dada la posición económica y cultural que conlleva pertenecer a cierto nivel social, los estímulos que dicho nivel ofrece y las expectativas depositadas en ellos. En la familia predominarán temas de conversación diferentes y códigos lingüísticos definidos dependiendo del nivel intelectual de los padres, pudiéndose encontrar que en familias de nivel de estudios medio-alto,
se da un continuo de formación
en el hogar que favorece
un buen desarrollo
académico en el estudiante, mientras que, en
las familias donde los padres se han criado en
circunstancias de pobreza cultural, estos no estarían familiarizados con una fácil comunicación
verbal (Freeman, 2000;
Mingorance
& Estebaranz, 1995).
En los últimos años se ha producido un incremento en el estudio del efecto que tiene el nivel socioeconómico (NSE) en el desempeño
cognitivo (Arán, 2012).
Recientes investigaciones neurocientíficas dan cuenta de que los
efectos de la pobreza llegan de
manera temprana, afectando la salud y el desarrollo físico, cognitivo y afectivo de los niños, producto de la falta de acceso a
servicios humanos de calidad y a la carencia de recursos (Plucker &
Peters, 2018), evidenciando que la clase social
puede afectar negativa y significativamente el
desarrollo temprano (Thomas,
2018).
La pobreza afecta
diversos aspectos de la vida de los niños, entre ellos las oportunidades educativas, su seguridad básica
y la transformación del potencial
de talento académico en talento académico (Olszewski- Kubilius & Corwith, 2018), conformando estructuras sociales desiguales que afectan el desarrollo de habilidades cognitivas centrales para un buen desempeño (Cohen et al., 2008; Ramírez et al., 2011).
Diversos estudios dan cuenta de que
estudiantes de familias del NSE bajo tienen un desempeño
empobrecido en comparación a aquellos de familias del NSE más alto (Ramírez et al., 2011),
encontrando diferencias en
puntuaciones en tareas que valoran el nivel
de inteligencia, el rendimiento académico, las
habilidades lingüísticas, la atención, la memoria y las funciones ejecutivas entre niños de familias de ingresos medios y bajos, siendo inferiores los resultados en estos últimos
(Arán, 2012; Emma et al., 2019).
Respecto de las
habilidades lingüísticas, los
efectos de la pobreza pueden verse desde edades muy tempranas,
estimándose que, a la edad de cuatro años, los niños de familias
de ingresos más altos están expuestos a 30 millones de palabras más que aquellos que provienen de familias de menores
recursos. Los niños que provienen de
familias con un NSE bajo, desarrollarían dichas habilidades de manera enlentecida, presentando mayor riesgo de desarrollar dificultades en el área lectora, muestran un desempeño inferior en tareas de lenguaje comprensivo y nivel de vocabulario en comparación a
niños del NSE medio, afectando negativa
y significativamente su desarrollo cognitivo (Arán,
2012; Espinoza, 2020;
Olszewski-Kubilius & Corwith, 2018).
Los déficits cognitivos y el impacto
negativo en el rendimiento se podrían
explicar, en parte, por las privaciones
socioeconómicas de los hogares de los estudiantes en coexistencia con un acceso reducido a recursos que promuevan, entre algunos aspectos,
la estimulación cognitiva y la salud (Hamilton et al., 2018;
Zapata-Zabala et al., 2012). La nutrición también juega un rol importante. Niños de
familias pobres ven afectada su
capacidad de aprendizaje producto de una nutrición
deficiente, haciéndose evidente que un niño que cuenta con una
mejor alimentación tendrá un
funcionamiento más eficaz a nivel biológico
y, por ende, un mayor nivel de funcionamiento mental (Olszewski-Kubilius & Corwith, 2018; Freeman, 2000).
Por otro lado, estudiantes que provienen de familias del NSE bajo están expuestos
a una mayor cantidad de eventos
estresantes (Arán, 2011). Un NSE bajo y la situación
de pobreza significan un estado de vulnerabilidad para el desarrollo neurocognitivo (Sheridan
et al., 2012) dadas las diversas circunstancias desfavorables, propias del entorno sociocultural, que el niño debe enfrentar.
En este sentido, el desarrollo cerebral puede verse afectado de diversas maneras, entre ellas: el impacto negativo
en el desarrollo de la
corteza prefrontal, la cual está fuertemente asociada a las funciones ejecutivas (Dike, 2017; Sheridan et al., 2012);
las modificaciones en la activación de redes neuronales implicadas en la resolución de tareas que son propias
de pruebas cognitivas, afectando negativamente su
desempeño (Hermida et al., 2010); el hipocampo
afectado negativamente por elevados niveles
de cortisol producto
de experiencias de estrés crónico
y trauma, afectando procesos y funciones
centrales para el aprendizaje como la atención y la memoria (Meléndez & Solano, 2017); el eje
hipotalámico-hipofisiario- adrenal,
el cual tiene gran impacto
en la salud física y socioafectiva en la adultez (Miller et al., 2011, citados en Gelabert, 2016); el lenguaje,
vinculado al lóbulo temporal y frontal, y volumen disminuido de materia gris en el lóbulo frontal y parietal, afectando procesos de aprendizaje (Dike, 2017).
Ahora
bien, las brechas
entre niños de familias de bajos
y altos ingresos en el rendimiento académico,
no solo responden a la desigualdad en los ingresos, sino también a las diferencias entre
familias en la inversión
en oportunidades educativas para los niños. Las familias de los deciles más altos
invierten entre cinco a siete veces
más en sus hijos que aquellas de los
deciles más pobres, incurriendo en gastos en
guarderías de calidad,
en educación formal
temprana y actividades de enriquecimiento (Kornrich & Furstenberg, 2013).
Según Santana (2010), las inequidades en
acceso y calidad en educación formal
serían un problema social y ético,
que afectaría significativamente a los estudiantes con alto potencial provenientes de familias del NSE bajo. Si bien se ha comprobado
que hay estudiantes con AC en todos los estratos socioeconómicos,
son los dones de estudiantes de familias del NSE bajo los que son gravemente descuidados en el sistema educativo
actual, pues provienen de familias que carecen de los
recursos y conocimientos necesarios para aprovechar las oportunidades limitadas que existen para
sus hijos. Estos estudiantes no
cuentan con padres que puedan concentrarse
en llevarlos a las aulas adecuadas con los mejores
docentes, es probable
que los niños
se encuentren en escuelas con dificultades con docentes y administrativos que no identifican a
los niños con AC o que no cuentan con los recursos para apoyarlos, por lo que los niños cuentan
con menos oportunidades de aprender y
desarrollar habilidades académicas en
comparación a sus pares de ingresos más
altos, principalmente en contextos externos a la escuela, y tienden a tener resultados más bajos en evaluaciones de rendimiento académico y
capacidad cognitiva, siendo esto una barrera para su identificación y viéndose obligados a
valerse por sí mismos (Finn, 2014;
Hamilton et al., 2018; López- Aymes et al., 2014). En este sentido, Feinstein (2003) afirma que las diferencias en el NSE
pueden limitar los logros educativos
y cognitivos de niños con AC, siendo desfavorecidos aquellos que provienen
de familias con NSE bajo (Thomas, 2018).
Sobre la calidad de
los planes de estudios existirían brechas en la rigurosidad de los planes
al que pueden acceder
familias del NSE bajo y alto, siendo los estudiantes
de familias del NSE elevado quienes reciben una instrucción y contenido más riguroso: en el nivel
de experiencia y rotación de sus docentes, el tamaño de la clase, el acceso a tecnologías, la participación de los padres en eventos escolares, entre otros
(Barton & Coley, 2009).
Los estudiantes con AC provenientes de
familias de clase media-alta y con
buenas conexiones, suelen recibir
una educación más sólida, pues el sistema educativo está diseñado para que cuenten
con experiencias de aprendizaje que atiendan a sus necesidades educativas especiales, pudiendo encontrar espacios educativos de mejor
calidad con docentes más capacitados
(Finn, 2014) y los padres suelen
invertir en oportunidades de estimulación y educación
para sus hijos (López-Aymes et al., 2014).
Por otro lado, los ingresos familiares
afectan el lugar y entorno donde las
familias pueden vivir, su acceso a
recursos comunitarios y educativos que apoyen
el óptimo desarrollo infantil, el contacto con
adultos que actúen como modelos y puedan ayudarles
a visualizar un camino hacia la educación
superior y carreras profesionales, y la seguridad
en su barrio (Olszewski-Kubilius & Corwith, 2018). En ese sentido,
la elección de escuela y la calidad
de esta se ve afectada por la pobreza, habiendo diversos estudios que dan cuenta de que la segregación escolar se ve fuertemente influida por la libre
elección de escuelas, siendo
los sectores más favorecidos los que tienen mayores beneficios (Córdoba et
al., 2020; Olszewski-Kubilius & Corwith, 2018).
En Latinoamérica, uno de los mayores desafíos
y preocupaciones de la educación
es resolver los problemas
de inequidad de los sistemas educativos, siendo
la segregación uno de los indicadores que la
caracterizan (Morales, 2014; Murillo & Martínez- Garrido, 2017), habiendo en el sistema
educativo chileno altos niveles de segregación (Carrasco et al., 2014).
La segregación escolar es un indicador
de inequidad que refiere a una distribución desigual de los estudiantes en los establecimientos educativos en función de sus características sociales y/o personales, como el país de nacimiento, el género, y
el NSE y cultural de las familias
(Córdoba et al., 2020; Murillo &
Martínez, 2017; Murillo
& Martínez-Garrido, 2017). En este fenómeno confluyen diversas variables:
están aquellas de índole contextual, relacionadas con el entorno regulatorio de los sistemas como son las tendencias
demográficas; las de índole
institucional, referidas a las normativas y regulaciones de los sistemas educativos y a la medida en que favorecen o dificultan la
conformación de escuelas heterogéneas, como pueden ser las políticas
institucionales; y las de índole sociocultural, relacionadas con las preferencias y apreciaciones de las familias al escoger una institución educativa
(Bellei et al., 2018; Murillo
et al., 2018).
Siguiendo los análisis realizados por
diferentes estudiosos del tema (Canals
et al., 2019;
Gutiérrez & Zamorano, 2018; Rodríguez et al., 2020), se puede sostener que en Chile hay escuelas
donde se concentran
estudiantes provenientes de familias de menores
recursos socioeconómicos o de NSE bajo. Estas
escuelas suelen ser financiadas por el estado y administradas por las municipalidades o por alguna corporación sin fines de lucro. Asimismo, hay escuelas que concentran familias de NSE medio, las
cuales suelen ser de tipo particular subvencionado, financiadas por subvención estatal y aportes de las
familias con financiamiento compartido. Por último, hay escuelas que concentran familias con mayores
posibilidades socioeconómicas o NSE alto, las cuales
suelen ser de tipo particular pagado o no subvencionado, financiadas completamente por las familias (Córdoba et al., 2020; Murillo & Martínez, 2017; Sillard et al., 2018).
En el año 2008 entra en vigencia en
Chile la Ley de Subvención Escolar
Preferencial (SEP), la cual busca
compensar la desigualdad e inequidad que afectan
a estudiantes de sectores más vulnerables, entregando
recursos económicos adicionales a los establecimientos que los acogen
y estableciendo una estrategia
de mejoramiento educativo. Con ello, se tienen
dos objetivos centrales: modificar el subsidio
a la demanda asignando mayor cantidad de recursos a estudiantes más vulnerables y definir compromisos con los actores educativos con el propósito de mejorar la calidad de la educación brindada, otorgando mayor igualdad de oportunidades a los
estudiantes del país y relevando el
principio de equidad en educación (Canals
et al., 2019; Carrasco et al., 2015; Gutiérrez
& Zamorano, 2018; Raczynski et al., 2013; Valenzuela et al., 2013; Valenzuela et al., 2015).
Para que el establecimiento educativo
pueda participar del programa y contar con los recursos
que ofrece la ley SEP, debe firmar un Convenio
de Igualdad de Oportunidades con el Ministerio de Educación. En este convenio se compromete a mejorar los resultados en pruebas estandarizadas, rendir
cuentas por los recursos recibidos,
en el caso de aquellos
establecimientos con copago se comprometen a no realizar cobros a las familias de estudiantes prioritarios, no seleccionar estudiantes, y desarrollar un Plan de Mejoramiento
Educativo (PME) (Carrasco et al.,
2015; Valenzuela et al., 2013; Valenzuela, 2015).
Aun cuando no es el propósito de la ley
SEP, diversos actores del sistema
educativo chileno plantean como expectativa sobre esta el
incremento de matrículas de estudiantes en establecimientos particulares subvencionados. Estos
establecimientos al tener mayores incentivos para recibir a estudiantes más vulnerables, generan mayor movilidad
de estos hacia establecimientos con resultados educativos más elevados (Valenzuela et al., 2013). Este
cambio de composición social en los
establecimientos educativos implicaría
que los estudiantes más vulnerables estén expuestos
a un mejor efecto par al encontrarse con compañeros
con mayor capital socioeconómico y cultural,
así como también, favorecería a su proceso de aprendizaje
al ser parte de una comunidad
educativa con mejores
capacidades directivas y pedagógicas (Valenzuela et al., 2015).
La experiencia en Chile evidencia que el
sistema de libre elección favorece a
aquellas familias de ingresos medios
y altos, mas no a aquellas de bajos ingresos.
Esto debido a que los estudiantes
provenientes de familias de NSE alto son reclutados por establecimientos particulares no subvencionados, mientras que los estudiantes de NSE medio
con más recursos y habilidades se
concentran en las escuelas privadas
subvencionadas, donde las instituciones que reclutan
y seleccionan a sus estudiantes concentran la mayor cantidad
de alumnos que provienen de familias en mejor situación socioeconómica mejorando así los resultados de la escuela. Por otro lado, los estudiantes de familias con menos recursos se
concentran en escuelas públicas de
bajo desempeño (Elacqua & Fábrega, 2004; Gayo et al., 2019), generándose un mercado educativo segmentado donde quienes tienen
más recursos pueden acceder a más y mejor, y quienes tienen pocos recursos acceden a poco y
peor (Olave & Veléz, 2017).
En el proceso de elección de
establecimiento por parte de las familias,
aquellas de contextos
pobres se ven influidas por la cercanía, buscan una experiencia escolar agradable para sus hijos gracias al apoyo docente, el buen trato y apertura de la
escuela, sin considerar los
resultados de la prueba SIMCE. Así, buscarían
una escuela donde se mantenga un clima de disciplina que pueda ofrecer a sus hijos un espacio donde las desventajas asociadas a vivir
en un barrio estigmatizado sean
disminuidas y donde se asegure la adquisición de aprendizajes (Córdoba
et al., 2020; Gayo et al., 2019).
Las familias de nivel socioeconómico medio valoran positivamente los niveles de exigencia elevados, descartan escuelas en barrios
percibidos como peligrosos para
evitar el contacto de sus hijos con
estudiantes que representan la cultura marginal popular, consideran la composición social de las escuelas prefiriendo aquellas que seleccionan estudiantes y con copago,
evalúan los impactos
de la escuela a largo plazo
pues aspiran a que sus hijos lleguen
a la universidad y consideran los resultados
de la prueba SIMCE en sus decisiones (Carrasco et al., 2015; Córdoba
et al., 2020; Gayo et al., 2019).
En las familias de niveles
socioeconómicos más acomodados, el
resultado de la prueba SIMCE no es determinante,
pues la elección de escuela está dada principalmente por la pertenencia a una comunidad con cierto estatus y cualidad socioeconómica; otorgan gran valor al desarrollo integral, al
aprendizaje de una segunda
lengua y a perpetuar privilegios por medio de la elección de establecimientos prestigiosos donde sus hijos compartan con otros niños cuyas familias tienen similar estilo de vida, redes de
contacto y códigos culturales
(Córdoba et al., 2020; Gayo et al., 2019).
A través de la ley SEP, los establecimientos educativos que atienden a estudiantes de
familias de mayor vulnerabilidad socioeconómica reciben recursos adicionales para mejorar la calidad de la educación de quienes por esta situación de
vulnerabilidad vean dificultado el proceso educativo
(Asociación de Municipalidad de Chile [AMUCH], s/f). Esto incluye, según Raczynski et al. (2013),
atención a la diversidad
de estudiantes de manera especializada y adecuada a sus necesidades; lo que, según Valenzuela et al. (2015), generó
el año 2011 una leve disminución en los niveles de segregación social en los establecimientos particulares subvencionados, concentrado principalmente entre los
estudiantes de familias de NSE medio y medio-bajo. En este sentido,
el trabajo realizado por Neilson
(2013) da cuenta de que los estudiantes ubicados
en el 40% más vulnerable entre los años 2007 y 2011, incrementaron sus puntajes en el
sistema de medición de la calidad de la educación en lectura y matemáticas. Lo mencionado, según el mismo autor, se explicaría tanto por el incremento en el
desempeño de los establecimientos como por la
recomposición social de las escuelas, donde la ley SEP facilitó el incremento de alternativas de
elección de establecimiento educativo
a las familias de sectores más vulnerables al eliminar las barreras que implican el sistema de copago. No obstante, Murillo et al. (2018) sostienen
que los establecimientos educativos ubicados en los distintos
sectores socioeconómicos siguen
brindando una educación diferenciada. Es así que se da el fenómeno
de que en los establecimientos ubicados en los sectores de mayores ingresos, la calidad de la educación que se brinda suele ser mayor
a aquella que se entrega en los establecimientos de sectores
más desfavorecidos o vulnerables.
Al medir la calidad de la educación
a través de la
prueba SIMCE, la cual aporta información de los estándares de aprendizaje
adquiridos por los estudiantes
en los diferentes niveles de enseñanza, se
encuentran diferencias en los resultados según el NSE de las familias de los estudiantes de cada institución educativa y según el tipo de
dependencia de dicha institución (público, particular
subvencionado o particular no subvencionado). Con esto se evidencia que estudiantes de familias del NSE más alto o pertenecientes a establecimientos particulares subvencionados y no subvencionados, tienen puntajes más altos que aquellos de familias de NSE bajo o que pertenecen
a establecimientos públicos. De manera que,
a menor ingreso y nivel educacional de los padres, menores
resultados en el puntaje SIMCE (Barahona et al., 2018; Espinoza, 2020; Espinoza & Rosas, 2019; Gayo et al., 2019; Hamilton
et al., 2018).
Lo anterior puede explicarse desde diversas perspectivas, entre ellas, las bajas expectativas de los docentes, un plan de estudio menos
exigente y con menor énfasis
en la programación escolar y el rendimiento, dificultad para contratar
y retener docentes
eficaces con experiencia previa y la exposición a diversos factores de riesgo que impactan y comprometen el funcionamiento psicológico y calidad
de vida de los estudiantes (Gómez et al., 2014; Hamilton et al., 2018;
Morales, 2014), entre
otros.
La segregación escolar
impactaría negativamente en el aprendizaje y bienestar de los
estudiantes por la asimetría en la
calidad de la oferta educativa. El empobrecimiento de la socialización y convivencia en diversidad, dificulta la integración
social y perpetúa la exclusión,
discriminación (Duk & Murillo, 2019; Murillo
et al., 2018), segregación periférica y concentración espacial
de la riqueza (Méndez & Gayo, 2019).
Considerando el papel que cumplen las
variables familiares y socioeconómicas en el desarrollo, bienestar y aprendizaje de los estudiantes y en la transformación
del potencial intelectual en
desempeño sobresaliente, así como la segregación social
existente en el sistema educativo
chileno, se consideró relevante
comparar, de manera exploratoria, el potencial
de talento académico o AC en estudiantes de
quinto año básico a cuarto año de enseñanza media de
la provincia de Concepción, Chile, provenientes de
familias de nivel socioeconómico bajo,
medio y alto, según el tipo de establecimiento
educativo en el que estudian. Considerando que no se encontraron resultados de investigación empírica en el contexto
chileno que den cuenta de las diferencias en el potencial intelectual entre estudiantes que provienen de familias de
diferentes NSE, se propuso explorar
si existen diferencias en la proporción de
estudiantes con alta capacidad en tres tipos de establecimientos educativos chilenos de
la provincia
de Concepción, Chile.
Se espera, a la luz de lo expuesto en relación al fenómeno de segregación escolar en Chile, encontrar
diferencias en la proporción de estudiantes con AC según el tipo de establecimiento en que los
participantes cursan estudios,
concentrándose una mayor proporción de estudiantes
con AC en establecimientos particulares pagados,
seguidos de establecimiento particulares subvencionados y una menor proporción de estudiantes con AC en establecimientos
públicos.
Estudio cuantitativo y exploratorio, de
una sola medición, donde se compara
el potencial intelectual en
escolares de la provincia de Concepción, medido por el test de matrices progresivas de Raven. Además, se realizan comparaciones por sexo, nivel
educativo y tipo de establecimiento.
La muestra estuvo constituida por 650 niños, niñas y jóvenes de la provincia de Concepción, Chile,
específicamente de las comunas de Talcahuano, Concepción y Chiguayante.
Del total de la muestra, un 51.53% eran
mujeres, un 47.84% eran hombres
y un .61% no reporta
sexo. En cuanto al nivel educativo,
participaron estudiantes desde quinto año básico a cuarto año de
enseñanza media, de los cuales un
46.61% cursaba estudios en enseñanza
básica, es decir, cursaban estudios entre quinto
y octavo básico, y un 53.38% en enseñanza media, vale decir, entre primer y cuarto año de enseñanza
media.
Las edades de los participantes están en
el rango de 11 a 17 años, aproximadamente; las edades fueron
aproximadas según el nivel educativo
en que se encontraban los participantes al momento del estudio. Dada la distribución por nivel del
sistema educativo chileno y la edad de ingreso
al sistema escolar,
lo esperable y normativo es que en quinto año básico los estudiantes tengan entre 11 y 12 años y en cuarto
año de enseñanza media tengan entre 16 y 17 años.
Respecto del tipo de establecimiento, un
21.38% cursaba estudios
en un establecimiento público, vale decir, en un establecimiento que es financiado por el Ministerio de Educación de Chile. Por
otro lado, un 40% cursaba estudios en un
establecimiento particular subvencionado,
es decir, en un establecimiento que recibe financiamiento
tanto del Ministerio
de Educación de Chile como de particulares o corporaciones. Por último, un 38.61% cursaba
estudios en un establecimiento particular pagado, o sea, en un establecimiento que no recibe financiamiento estatal, sino que es
financiado por particulares.
El nivel socioeconómico (NSE) de los participantes se clasificó en bajo, medio
o alto, según
el tipo de establecimiento en que el estudiante cursaba
estudios dadas las preferencias y posibilidad de acceso de su familia. De manera que,
cuando el estudiante cursaba estudios
en un establecimiento público, se
clasificó como estudiante proveniente de familia de NSE bajo. Si el participante cursaba
estudios en un establecimiento particular subvencionado, fue clasificado como proveniente de familia de NSE medio. Finalmente, si cursaba estudios en un establecimiento particular pagado, se clasificó como proveniente de familia de NSE alto.
Se consideraron
los siguientes criterios al momento de seleccionar la muestra.
Por un lado, el incluir a estudiantes de los tres tipos de establecimiento educativo chileno según el tipo de financiamiento que reciben
por parte del Estado, vale decir, se
debe incluir estudiantes de establecimientos públicos, particulares subvencionados
y particulares pagados. Asimismo, se deben incluir estudiantes hombres y mujeres. Por otro lado, se deben incluir estudiantes de todos los niveles educativos desde quinto año básico a
cuarto año de enseñanza media.
Test de matrices progresivas de Raven. Utilizado
en este estudio para identificar estudiantes
con y sin alta capacidad (AC), o potencial de talento académico. En este estudio
se comprende la AC como la presencia de capacidades o aptitudes
intelectuales que se expresan espontáneamente y sin entrenamiento previo, constituyéndose como un potencial
intelectual superior al 90% de la población del mismo rango etario. En tanto potencial, requiere que la persona se comprometa con el
aprendizaje, el entrenamiento y la práctica sistemática para transformar dicho potencial
en desempeño sobresaliente
o talento académico. Esta AC dota al estudiante
de potencial para tener un desempeño sobresaliente
en actividades académicas, el cual se expresará siempre y cuando sus necesidades educativas y socioafectivas sean atendidas,
y esté en interacción con catalizadores ambientales que movilicen
su motivación, esfuerzo y perseverancia (Navarro
et al., 2021). Así, la AC se entiende como sinónimo
de potencial de talento académico y se diferencia del concepto de talento académico
o desempeño sobresaliente, pues estos últimos
se expresan o emergen una vez
el potencial ha contado con las oportunidades y experiencias mínimas
necesarias para ello.
El test de matrices progresivas de Raven
es un instrumento acultural, donde el participante debe completar 60
matrices lacunarias, distribuidas en 5 series de 12 ítems cada una, de complejidad creciente. El instrumento mide la habilidad intelectual general y busca identificar los sistemas del
pensamiento del desarrollo
intelectual (Raven & Court, 1999). Es independiente
al idioma, educación y capacidad
verbal de quien la realiza,
incluyendo personas analfabetas y sordomudas al tratarse de un instrumento no verbal (Alarcón et al., 2012; Cairo et al.,
2000; Rossi-Casé et al., 2016).
En cuanto a sus características
psicométricas, en un estudio
realizado por Mera (2021), el test reporta un alfa de Cronbach de .947 puntos
y un omega de McDonald‘s de .934 puntos para la escala total, dando cuenta
de elevados niveles de confiabilidad como instrumento de medición. En un estudio
previo, Fernández et al. (2004)
reportan un alfa de Cronbach
de .85 puntos.
Para clasificar a los participantes, se
utilizan los baremos propuestos por Cayssials (1993), quien afirma
que el test de matrices progresivas de Raven
es un instrumento pertinente para hacer un diagnóstico de capacidad intelectual, proponiendo que a partir del percentil 90 se puede
afirmar que la persona está dotada de una capacidad
superior. Siguiendo a este
auto, se clasificó como estudiante con AC, o potencial de talento académico, a aquellos que se ubicaron sobre el percentil 90; mientras que como estudiante sin AC, o potencial de talento académico, se clasificó a aquellos que puntuaron bajo el percentil 90, ubicando los puntajes
brutos según edad en, sobre o bajo el percentil 90.
Si bien en un estudio realizado por
Pérez (2018) se proponen
nuevos baremos para población entre 13 y 64 años de edad, el equipo de
investigación ha tomado la determinación
de mantener los criterios propuestos por Cayssials, aun cuando estos no representan necesariamente la actual
distribución del potencial intelectual. Esto, dado que
los parámetros propuestos por Pérez (2018)
no brindan información sobre criterios y diagnósticos para todo el rango etario que se incluye
en la muestra de este estudio.
Es relevante destacar que el modelo
teórico y conceptual a la base de
este estudio, comprende la alta capacidad
como un potencial. En tanto potencial, no implica necesariamente la expresión
de talento académico ni un desempeño
sobresaliente, sino que dota al estudiante de un potencial o recurso base para llegar a alcanzar dicho talento. Por
tanto, en este estudio no es
relevante el desempeño escolar de los participantes, es por ello que no son consideradas sus calificaciones ni su rendimiento académico.
Este estudio se enmarca en un proyecto
de investigación liderado por la investigadora
responsable de este estudio,
el cual contempló la aplicación de cuatro
instrumentos en total. Sin embargo, dado que
para los propósitos de este estudio se consideran los datos recogidos por uno de ellos, que es
el test de matrices progresivas de
Raven, solo este es descrito en los instrumentos y considerado en los análisis.
Para acceder a la muestra, se contactó a directores y jefes técnicos de los
establecimientos educativos para coordinar la autorización y aplicación de los instrumentos. Tanto directores
como jefes técnicos consintieron la participación de sus estudiantes y estuvieron encargados de informar a las familias de los participantes. Se
resguardaron los aspectos éticos
atendiendo a la normativa vigente y como
custodia de los datos quedó la investigadora
principal de este estudio.
Se coordinó fecha y horario de aplicación
de los instrumentos, la cual se llevó a cabo durante
la jornada regular
de clases en las aulas de los respectivos establecimientos educativos. Al iniciar la jornada, se informó a los estudiantes de las implicancias y la cualidad
voluntaria de su participación, de manera que, quienes
voluntariamente aceptaron participar, firmaron el documento de asentimiento informado y se mantuvieron en la sala de clases para iniciar el
proceso de recolección de datos.
Finalizado el proceso de recolección y análisis de información, se realiza una devolución
a los establecimientos educacionales, por medio de un seminario, así como se realiza la entrega de un boletín informativo, donde se da cuenta de los
resultados y la información recogida
por medio de los distintos instrumentos aplicados.
Los datos fueron analizados usando el
programa estadístico SPSS en su
versión 22. Se realizó un análisis de
estadísticos descriptivos y un análisis de diferencias
de medias de los puntajes de capacidad intelectual
por sexo, entre estudiantes con y sin alta capacidad, por nivel educativo, y entre estudiantes de nivel socioeconómico bajo, medio y alto según el tipo de establecimiento en que cursan
estudios, a través de ANOVA
y t de Student.
Se identifica
como estudiante «con AC» a aquel cuyo puntaje
en la escala de matrices
progresivas de Raven permite
clasificarlo como un estudiante con potencial
de talento académico; mientras que, como estudiante
«sin AC», se clasifica para aquel cuyo puntaje
lo sitúa como un estudiante sin potencial de
talento académico (Tabla 1).
Al comparar las medias capacidad
intelectual según el tipo de establecimiento educativo, se identifican diferencias significativas entre las medias
obtenidas del grupo particular pagado y las de los establecimientos particulares subvencionados y establecimientos públicos. La media más
alta es en los establecimientos particulares
pagados, seguidos de los establecimientos particulares subvencionados y la media más baja están en los establecimientos públicos. Para esto
se realiza un ANOVA de una vía y el valor para el modelo es F (2,
647) = 52.14; p <
.001. Se realizó la prueba de Scheffe como análisis
post hoc. Las diferencias se encuentran entre el
grupo particular pagado (M = 48.81; DE = 6.41; n = 251) y el particular
subvencionado (M = 42.92; DE = 8.428; n = 260), p <
.001, IC95% [4.24, 7.54] y entre el grupo particular pagado y el
público (M = 41.99; DE = 7.952;
n
= 139), p <
.001, IC95% [4.84, 8.79]. El tamaño del efecto calculado
es f = .37, siendo un
efecto mediano. Para ANOVA de una vía se considera efecto mediado entre .24 y .40, y efecto grande
sobre .40 puntos.
Por tanto, estudiantes de familias del NSE bajo, que cursan estudios
en establecimientos públicos,
son aquellos que puntúan más bajo en la escala de matrices progresivas de Raven. En orden
ascendente, están aquellos
de familias del NSE medio que cursan estudios en establecimientos particulares
subvencionados, y quienes puntúan
más alto son aquellos de familias del NSE alto, que cursan estudios en
establecimientos particulares pagados
o no subvencionados.
Lo anterior, también se observa en
términos de proporción de estudiantes identificados con y sin AC o
potencial de talento académico en los tres tipos de establecimientos (Tabla 2).
La proporción de estudiantes
identificados con AC es más baja en los establecimientos educativos públicos, donde cursan estudios
estudiantes de familias del NSE bajo. De manera creciente, le siguen los establecimientos particulares subvencionados, donde estudiantes de familias del NSE medio
cursan estudios. Y la mayor
proporción de estudiantes con AC se encuentra en los establecimientos particulares pagados,
donde estudiantes de familias de NSE alto cursan estudios.
Al comparar las medias capacidad
intelectual según el tipo
de establecimiento educativo y realizando el análisis por nivel de enseñanza, para el grupo de
enseñanza básica la media más alta se encuentra en los establecimientos particulares pagados. De manera descendente, es seguido por los establecimientos públicos; y, por último,
los establecimientos particulares subvencionados. Para el nivel educativo
medio, la media más alta también
se encuentra en los establecimientos
particulares pagados, seguido de manera descendente por los establecimientos particulares subvencionados y públicos.
Para los análisis de ambos grupos (nivel de enseñanza medio y básico) se realiza un ANOVA de una vía.
El valor para el modelo del nivel educativo enseñanza básica es F (2, 300) = 16.356; p <
.001. Se realizó la prueba de Scheffe como análisis post hoc. Las diferencias se encuentran
entre el grupo particular pagado (M = 45.56; DE = 6.328; n = 117) y el particular subvencionado (M = 40.22; DE = 8.70; n = 117), p <
.001, IC95% [1.71,
7.33] y entre el
grupo particular pagado
y el público (M = 41.04;
DE = 7.232; n = 69), p < .001, IC95% [2.92, 7.76]. El tamaño
del efecto calculado es f = .31, siendo
un efecto mediano.
El valor para el modelo del nivel educativo enseñanza media es F (2, 344) = 47.477; sig < .001. Se realizó la prueba de Scheffe como análisis post hoc. Las diferencias se encuentran entre el grupo particular pagado (M = 51.64; DS = 5.003; n = 134) y el particular subvencionado (M = 45.12; DS = 7.540; n
= 143), sig < .001, IC95% [4.48, 8.57] y entre el grupo
particular pagado y el público (M = 42.93; DS = 8.552; n = 70), sig < .001, IC95% [6.21, 11.22]. El tamaño
del efecto calculado es f = .46, siendo un efecto grande.
Al analizar la proporción de estudiantes
con AC de enseñanza básica y media en los distintos tipos de establecimientos
educativos, se observa que, tanto a nivel básico como medio, la proporción de estudiantes con AC es mayor en establecimientos
particulares pagados, seguidos de
forma descendiente por los establecimientos
particulares subvencionados y los establecimientos públicos.
Ahora bien, si se analizan las
proporciones de estudiantes con AC en los distintos
tipos de establecimiento según el nivel educativo de sus estudiantes, se encuentra
que, tanto en los establecimientos públicos como en los
particulares subvencionados, hay una mayor proporción de estudiantes de enseñanza básica con AC que estudiantes de enseñanza media con AC. Mientras que, en los establecimientos particulares pagados, hay una mayor proporción de estudiantes de enseñanza media
con AC que de
enseñanza básica con AC (Tabla
3).
Esto da cuenta, por un lado, que tanto a
nivel básico como medio hay una mayor
proporción de estudiantes con AC en
establecimientos donde se asume un NSE alto y una menor proporción de estudiantes con AC
en establecimientos donde se asume un NSE bajo. Por otro lado, se da cuenta que
en establecimientos educativos donde se asume un NSE bajo o medio hay una mayor proporción de estudiantes con AC que cursan enseñanza
básica, mientras que en
establecimientos educativos donde se
asume un NSE alto hay una mayor proporción de
estudiantes con AC que cursan enseñanza media.
El propósito de este estudio
es comparar de manera
exploratoria, la distribución del potencial intelectual de estudiantes que cursan desde quinto año básico
a cuarto año de enseñanza
media en diferentes tipos de establecimiento educacional de la provincia de Concepción, Chile (público,
particular subvencionado o particular pagado),
asumiendo que el tipo de
establecimiento en que cursan estudios es un predictor
del nivel socioeconómico de la familia.
A la luz de los resultados obtenidos, es
posible confirmar la presencia de
diferencias estadísticamente significativas en el potencial de talento académico entre estudiantes de establecimientos públicos, particulares subvencionados y particulares pagados, y en estudiantes de enseñanza básica y
enseñanza media que cursan estudio en los distintos tipos de establecimientos educativos.
En este sentido,
al analizar las medias y la proporción de estudiantes con AC en los distintos tipos de establecimientos educativos, es posible
observar indicios de segregación y
distribución desigual del potencial
de talento académico en los diferentes tipos de
establecimiento educacional de los estudiantes
participantes. Existe una mayor concentración de estudiantes con potencial de talento
académico o AC en
establecimientos educacionales en que participan estudiantes provenientes de familias del NSE alto y, por tanto, mayor
recursos cultural e intelectual en el
NSE alto y medio y una menor proporción de potencial de talento académico o AC en familias del NSE bajo.
Estos resultados podrían explicarse, por
un lado, por lo propuesto por Elacqua y Fábrega (2004) y
Gayo et al. (2019) respecto
de la experiencia chilena con el sistema de libre elección. Por otro lado, podrían responder a los planteamientos de
Ramírez et al. (2011), quienes
exponen estudios que dan cuenta de que
estudiantes del NSE bajo tienen un desempeño
más bajo y empobrecido que aquellos del NSE más alto, pudiendo encontrar
diferencias en puntuaciones de tareas relacionadas con la inteligencia (Arán, 2012; Emma et al., 2019). Esto podría estar dado por la experimentación de estrés crónico al
que se ven expuestos los estudiantes provenientes de familias del NSE bajo (Evans & English, 2002;
Meléndez & Solano, 2017).
Estos
resultados dan cuenta de que, en los establecimientos educativos de los estudiantes participantes de este estudio,
se ve reflejado y replicado un modelo que fomenta la
segregación escolar y con ello favorece la inequidad e incremento en la brecha de oportunidades entre estudiantes provenientes de familias del NSE alto, medio y bajo. La mayor concentración de estudiantes con
AC en establecimientos particulares
pagados podría implicar mejores
resultados en pruebas estandarizadas como la
prueba SIMCE (Carrasco et al., 2015; Córdoba et al., 2020; Gayo et al., 2019).
Finalmente, la clase ocupacional y
social de los padres en la familia es
un factor de gran relevancia en la gestión de oportunidades educativas
formales y no formales para
nutrir el potencial intelectual y rendimiento de los estudiantes (Freeman, 2000; Mingorance & Estebaranz, 1995; Olszewski-Kubilius & Corwith, 2018; Zapata-Zabala et al., 2012). En este sentido,
Fajardo et al. (2017) y Hoffman et al. (1995)
señalan que a medida que el nivel educativo y económico familiar
es más alto, se encontrarían mejores resultados académicos; lo cual estaría dado por la relación existente entre el nivel
cultural o educativo y el nivel ocupacional de los padres,
y por las posibilidades materiales a las cuales las familias podrían acceder según su ingreso familiar, de manera que la posición
social, la vida cultural
y las oportunidades para aprender, que el entorno
ofrece a los niños, estarían
relacionadas con el nivel de formación alcanzado por los padres.
Respecto del nivel educativo, es posible observar
diferencias en la proporción de estudiantes con AC o potencial
de talento académico de enseñanza básica y media, siendo mayor la proporción de estudiantes con AC en enseñanza media que en enseñanza básica.
Al incorporar en el análisis el tipo de establecimiento, es posible
observar que, tanto a nivel básico como medio, la mayor proporción de estudiantes con AC se concentra
en establecimientos particulares pagados, seguidos
de manera descendente por establecimientos particulares subvencionados y, en último
lugar, por establecimientos públicos.
Más aún, es posible identificar
que en establecimientos particulares
pagados la proporción de
estudiantes con AC es mayor en enseñanza media que en enseñanza básica;
sin embargo, esto no ocurre en establecimientos particulares subvencionados y públicos,
donde la proporción de estudiantes con AC es mayor en enseñanza
básica que en enseñanza media. Estos resultados
podrían dar cuenta de una movilidad de estudiantes con potencial de talento académico, quienes al pasar a la enseñanza media escogerían
colegios particulares subvencionados o
particulares pagados, los cuales
según Barton y Coley (2009)
tendrían un mejor plan curricular que los establecimientos
públicos; existiendo, además,
diferencias en el nivel de experiencia y rotación de sus docentes, en el tamaño
de la clase, el acceso
a tecnologías y participación de los padres
en eventos escolares, entre otras variables, donde los más desfavorecidos serían los estudiantes de familias de NSE bajo.
Al ser la enseñanza media la etapa
previa a la educación universitaria, pareciera que las familias de estudiantes con potencial de talento académico
o AC que participaron de este estudio
y que podían acceder a educación particular, ya sea pagada o subvencionada, escogieron este tipo de establecimiento
para obtener una mejor preparación
para el futuro. Esto guarda relación con lo propuesto
por Finn (2014)
respecto a que el sistema educativo está diseñado
para que los estudiantes con AC provenientes de familias de clase
media alta, reciban una educación más sólida, pudiendo encontrar espacios educativos de mejor calidad
y con docentes más capacitados.
Por otra parte,
la mayor proporción de estudiantes con potencial de talento académico
que cursan enseñanza
media y en colegios particulares pagados, podría explicarse
siguiendo lo planteado por Arancibia (2009), Feinstein (2003), Finn (2014), Hamilton et al. (2018) y López-Aymes et al. (2014). Si bien el potencial
de talento académico, o alta capacidad, se distribuye homogéneamente en la población y en todos
los estratos
socioeconómicos, podría ocurrir que al existir mayor capital cultural y un contexto extracurricular, social y familiar más enriquecido para los estudiantes de establecimientos particulares, o de familias de NSE alto,
estos conservarían y fortalecerían su potencial en mayor medida que los estudiantes de escuelas públicas, provenientes de familias de NSE bajo, con un contexto extracurricular, social y familiar desventajado. Según Arancibia (2009), «lo más probable es
que la mayor pérdida de talentos
ocurra entre aquellos que tienen menos
oportunidades, ya sea porque provienen de familias
con carencias o porque asisten a escuelas que les entregan una educación de escasa calidad», lo cual también
es planteado por Thomas (2018).
En conclusión, desde los resultados de este estudio,
se puede sostener
que el fenómeno de segregación se ve reflejado en los
establecimientos educativos de los
participantes, de manera que, en este
grupo de estudiantes de quinto año básico a cuarto
año de enseñanza media de la provincia de Concepción,
aquellos con AC o potencial de talento académico
se van concentrando en establecimientos particulares pagados, creándose contextos educativos y extracurriculares, sociales y familiares
cada vez más enriquecedores para el grupo que puede acceder
a estos establecimientos, a los que accederían solo unos pocos estudiantes con potencial de talento académico
que provienen de establecimientos públicos, generalmente becados.
Entre las limitaciones de este estudio se encuentra su cualidad exploratoria. Dado que no se han incluido estudiantes provenientes de distintos tipos de establecimientos
de otras regiones del país, no es posible generalizar estos resultados como una realidad a nivel nacional, por lo que se espera que en futuras líneas de investigación se considere abordar
esta temática incluyendo la participación de un número mayor de participantes y que
incluya distintas zonas y regiones
del país.
Una implicancia práctica del estudio puede
ser resaltar
la importancia de generar espacios y estrategias educativas que permitan disminuir
la brecha de oportunidades
entre estudiantes con AC o potencial
de talento académico que provienen de familias
con altos y escasos recursos, y amortiguar los
efectos de la segregación escolar; pudiendo ser los programas de enriquecimiento extracurricular complementarios a la educación regular, en los que participen estudiantes de colegios
particulares pagados,
particulares subvencionados y públicos, una alternativa importante para generar
condiciones de equidad facilitando,
además, la interacción
y enriquecimiento extracurricular, social y familiar entre estudiantes, al menos para este grupo de personas.
Los autores informan que no existe ningún tipo de conflictos de
intereses como morales, económicos, laborales y de investigación.
Los autores indican que para esta
investigación no se han realizado
experimentos en seres humanos ni en animales.
Las autoras participaron en todo el
desarrollo del artículo.
Alarcón, C., Díaz, V., Hernández, J., & Estrada, C. (2012). Estudio sobre la pertinencia
del uso de las normas disponibles del
Raven en adultos mayores chilenos. Psico-USF, 17(3), 387-395. https://doi.org/10.1590/S1413-82712012000300005
Arán, V. (2011).
Funciones ejecutivas en niños escolarizados: efectos de la edad y del estrato socioeconómico. Avances en Psicología Latinoamericana/Bogotá, 29(1),98-113.
https://revistas.urosario.edu.co/index.php/apl/article/view/499/1477
Arán, V. (2012). Estrato socioeconómico
y habilidades cognitivas en niños
escolarizados: variables predictoras
y mediadoras. PSYKHE, 21(1), 3-20. https://doi.org/10.4067/S0718-22282012000100001
Arancibia, V. (2009). La educación para alumnos con talentos: una deuda y una oportunidad para
Chile. Dirección de Asuntos Públicos
de la Pontificia Universidad Católica
de Chile.
Asociación de Municipalidad de Chile. (s/f). Ley de Subvención Escolar Preferencial N° 20.248 [presentación de diapositivas]. Cámara
de diputadas y
diputados de Chile. https://www.camara.cl/verDoc.aspx?prmID=23075&prmTIPO=DOCUMENTOCOMISION
Barahona, P., Veres, E., & Barahona, M. (2018). Factores
asociados a la calidad de la educación en Chile. Revista
Internacional de Investigación en Ciencias Sociales, 14(1),
17-30. http://revistacientifica.uaa.edu.py/index.php/riics/article/view/482/pdf
Barton, P. E., & Coley, R. J. (2009). Parsing the Achievement Gap II. Policy Information Report. Educational
Testing Service. https://files.eric.ed.gov/fulltext/ED505163.pdf
Bellei, C.,
Contreras, M., Canales, M.,
& Orellana, V. (2018). The Production
of Socio-Economic Segregation in Chilean Education. School Choice, Social Class and Market Dynamics. En X. Bonal & C. Bellei (Eds.), Understanding School Segregation. Patterns, Causes and Consequences of Spatial Inequalities in Education (pp. 221-240). Bloomsbury Academic.
Bronfenbrenner, U. (1985). Contextos de crianza del niño.
Problemas y prospectiva. Infancia
y aprendizaje, 8(29), 45-55. https://doi.org/10.1080/02103702.1985.10822058
Cairo, E., Cairo, E., Bouza, C., & Solozabal, P. (2000). Algunas características y posibilidades del test de matrices
progresivas de Raven. Revista Cubana de Psicología, 17(2), 95-105. http://pepsic.bvsalud.org/pdf/rcp/v17n2/02.pdf
Canals, C.,
Aguirre, C., Blanco, C., Fábrega, F., Mena, C., & Paulus, N. (2019).
El «voucher» a la chilena.
Reflexiones sobre elección escolar y financiamiento educacional. Estudios Pedagógicos, 45(1),
137-150. https://doi.org/10.4067/S0718-07052019000100137
Carrasco, A., Contreras, D., Elacqua, G., Flores, C., Mizala, A., Santos, H., Torche,
F., & Valenzuela, J. P. (2014).
Informe de políticas públicas N° 3. Hacia un sistema escolar
más inclusivo: Cómo reducir la segregación escolar en Chile. Espacio Público. https://espaciopublico.cl/wp-content/uploads/2021/05/25.pdf
Carrasco, R., Pérez, M., & Núñez, D.
(2015). Hacia una distribución más equitativa de las oportunidades educativas: ¿cuál es el impacto
de la política de Subvención Preferencial en el desempeño
académico de los alumnos más vulnerables en Chile? Pensamiento Educativo. Revista de Investigación Educacional Latinoamericana, 52(1),
65-83.
Cohen, S., Cotini, N. E., Coronel, P., & Caballero, V. (2008). Habilidades cognitivas en niños de contextos de pobreza.
Psicodebate,
8, 17-36. https://doi.org/10.186 82/pd.v8i0.414
Córdoba, C.,
Laborda, A., & Reyes, C.
(2020). Preferencias de elección de escuela en dos casos de alta segregación escolar.
REICE. Revista Iberoamericana sobre
Calidad, Eficacia
y Cambio en Educación, 18(4), 325-344.
https://doi.org/10.15366/reice2020.18.4.013
Cornejo, C., & Benavides, E. (2013). Talento académico. Una aproximación al estado del
arte. En C. Cornejo, P. Morales, E. Saavedra, & G. Salas (Eds.), Aproximaciones en psicología educacional: diversidades ante la contingencia actual (pp. 54-67).
Universidad Católica del Maule.
Covarrubias, P. (2018). Del concepto de aptitudes sobresalientes al de altas capacidades y
el talento. IE Revista de investigación educativa de la REDIECH, 9(17),
53-67. https://doi.org/10.33010/ie_rie_rediech.v 9i17.123
Dike,
V. E. (2017). Poverty and Brain
Development in Children: Implications for Learning. Asian Journal of Education and
Training, 3(1), 64-68. https://files.eric.ed.gov/fulltext/EJ1147369.pdf
Duk,
C., & Murillo, F. J. (2019). Segregación escolar y meritocracia. Revista
Latinoamericana de Educación Inclusiva, 13(1), 11-13. https://doi.org/10.4067/S0718-73782019000100011
Elacqua,
G., & Fábrega, R. (2004). El
consumidor de la educación: El actor
olvidado de la libre elección de escuelas
en Chile. Editorial PREAL. http://www.opech.cl/bibliografico/Doc_Financiamiento/consumidor_educacion.pdf
Elsner, P., Montero, M., Reyes, C., & Zegers, B. (2002). La familia: Una aventura. Editorial Alfaomega.
Emma, E., Arán-Filippetti, V., & Vargas-Rubilar, J. (2019). Estrato socioeconómico y funcionamiento ejecutivo: su relación
con las competencias académicas en edad escolar.
Panamerican Journal of Neuropsychology, 13(3), 80-93.
Espinoza, M. V. (2020). Precursores del lenguaje escrito en niños de distintos niveles
socioeconómicos en Chile [Tesis de doctorado, Pontificia Universidad Católica de Chile]. Repositorio UC. https://repositorio.uc.cl/handle/11534/50028
Espinoza, V., & Rosas,
R. (2019). Diferencias iniciales en el proceso de acceso al lenguaje escrito
según nivel socioeconómico. Perspectiva Educacional, 58(3), 23-
45. https://doi.org/10.4151/07189729-vol.58-iss.3-art.955
Evans, G. W., & English, K. (2002). The Environment of Poverty: Multiple Stressor Exposure, Psychophysiological Stress, and Socioemotional Adjustment. Child Development, 73(4), 1238-1248. https://doi.org/10.1111/1467-8624.00469
Fajardo, F., Maestre, M., Felipe, E., León, B., & Polo, M. I. (2017). Análisis del
rendimiento académico de los alumnos
de educación secundaria obligatoria según las variables familiares. Educación XX1, 20(1), 209-232. https://doi.org/10.5944/educxx1.17509
Feinstein, L. (2003). Inequality in the Early Cognitive Development of British Children in the 1970 Cohort. Económica,
70(277), 73-97. https://doi.org/10.1111/1468-0335.t01-1-00272
Fernández, M., Ongarato, P., Saavedra,
E., & Casullo,
M. (2004). Test de Matrices
Progresivas, Escala General: Un análisis
psicométrico. Evaluar, 4(1), 50-69. https://doi.org/10.35670/1667-4545.v4.n1.598
Finn, C. E. (2014). Gifted,
Talented, and Underserved. National Affairs, 18, 50-62. https://www.nationalaffairs.com/publications/detail/gifted-talented-and-underserved
Freeman, J. (2015). Por qué algunos
niños con altas capacidades son notablemente más exitosos en la vida que otros con iguales
oportunidades y habilidad. Revista de Educación, 368,
255-278. https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2015-368-291
Freeman, J. (2000). Families, the essential
context for gifts and talents. En K. A. Heller, F. J. Monks,
R. Sternberg., & R. Subotnik (Eds.), International handbook of research and development of giftedness and talent (pp. 573-585). Pergamon Press.
Gagné, F. (2015). De los genes al
talento: la perspectiva DMGT/CMTD. Revista de Educación, 368, 12-39. https://doi.org/10.4438/1988-592X-RE-2015-368-289
Gayo, M., Otero, G., & Méndez, M. L.
(2019). Elección escolar
y selección de familias: reproducción de la clase media
alta en Santiago de Chile.
Revista Internacional de
Sociología, 77(1), e120. https://doi.org/10.3989/ris.2019.77.1.17.310
Gelabert, M. (2016). Contextos de
pobreza y desatención en la infancia: determinantes en la desregulación emocional y la conducta no adaptativa. Revista d’Afers Socials, 7, 49-65.
Gómez, V., Muñoz, C., Silva, I., González, M. P., Guerra, P., & Valenzuela, J. (2014). Creencias y oportunidades de aprendizaje
en la práctica educativa en contextos de pobreza. Perfiles Educativos, 36(144), 173-188.
Gómez-Arizaga, M. P., Trufello, A., & Kraus, B. (2019). Percepciones parentales respecto a la experiencia académica y social de sus hijos con altas capacidades intelectuales.
Perspectiva Educacional, 58(3),
156-177. https://doi.org/10.4151/07189729-vol.58-iss.3-art.837
González, M. T., & Domingues, S. (2015).
¿Existen indicadores para identificar el talento? Aula, 21, 21-32.
https://doi.org/10.14201/aula2015212132
Gutiérrez, E., & Zamorano, R. (2018). Formas de inclusión- exclusión en el sistema educativo chileno: el movimiento
estudiantil secundario 2006-2011. Revista Brasileira
de Educação, 23,
e230077. https://doi.org/10.1590/S1413-24782018230077
Hamilton, R., McCoach, D. B., Tutwiler, M. S., Siegle, D., Gubbins. E. J., Callahan, C. M., Brodersen, A. V., & Mun,
R. U. (2018). Disentangling the
Roles of Institutional and Individual Poverty in the Identification of Gifted Students. Gifted Child Quarterly,
62(1), 6-24. https://doi.org/10.1177/0016986217738053
Hermida, M. J., Segretin, M. S., Lipina, S. J., Benarós, S., &
Colombo, J. A. (2010). Abordajes neurocognitivos en el estudio de la pobreza infantil: consideraciones conceptuales y metodológicas. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 10(2),
205-
225.
https://www.ijpsy.com/volumen10/num2/258/abordajes-neurocognitivos-en-el-estudio-ES.pdf
Hoffman, L., Paris, S., & Hall, E.
(1995). Psicología del desarrollo hoy. McGraw Hill.
Kornrich, S., & Furstenberg, F. (2013). Investing in Children: Changes in Parental Spending on Children, 1972-2007. Demography, 50(1), 1-23. https://doi.org/10.1007/s13524-012-0146-4
López-Aymes, G., Roger, S.,
& Durán, G. (2014). Families of Gifted Children and Counseling
Program: A Descriptive Study in Morelos, Mexico. Journal of Curriculum and Teaching, 3(1), 54-62. https://doi.org/10.5430/jct.v3n1p54
López-Aymes, G., Roger, S., & Mercado, A. E. (2013). Niños y niñas con altas capacidades intelectuales y sus familias.
En A. Bazán & C. Butto (Coords.), Psicología y contexto educativos (pp.
53-116). Universidad Pedagógica Nacional.
Martell, G. (2018). Nivel socio
- cultural de los padres
de familia relacionados al
nivel de desarrollo de las habilidades
cognitivas en niños y niñas de 5 años de edad en la Institución Educativa Inicial N° 221 distrito de Chazuta - 2016 [Tesis de maestría,
Universidad Nacional de San Martín].
Repositorio Institucional Digital. https://alicia.concytec.gob.pe/vufind/Record/UNSM_454a7bc7bc7f8ef070d0094c5dbb4823
Meléndez, L., & Solano, V. (2017). La desnutrición y el estrés van a la escuela:
pobreza infantil y neurodesarrollo en América
Latina. Innovaciones Educativas, 19(27), 55-70. https://doi.org/10.22458/ie.v19i27.1955
Méndez, M. L., & Gayo, M. (2019). Upper Middle Class Social Reproduction: Wealth, Schooling, and Residential Choice in Chile.
Springer.
Mera, S. M. (2021). Propiedades psicométricas del test de matrices
progresivas estándar de Raven (SPM) en estudiantes
universitarios [Tesis de pregrado,
Universidad Cooperativa de Colombia]. Repositorio Institucional UCC. http://hdl.handle.net/20.500.12494/34781
Mingorance, P., & Estebaranz, A. (1995). Factores
socioculturales que influyen
en la educación: la aportación del modelo etnográfico. Bordón. Revista
de pedagogía, 47(4), 417-426.
Miguel, A., & Moya, A. (2011).
Conceptos generales del alumno de altas capacidades. En J. C. Torrego (Coord.), Alumnos con altas capacidades
y aprendizaje cooperativo.
Un modelo de respuesta educativa (pp. 13-33).
Fundación Pryconsa & Fundación SM. http://www3.uah.es/convivenciayaprendizajecooperativo/wp-content/uploads/2016/05/Alumnos-con-altas-capacidades-y-aprendizaje-cooperativo-Libro-Torrego.pdf
Morales, M. (2014). Estudiantes de
sectores vulnerables con alto rendimiento escolar
y su desempeño en variables
intelectuales, resiliencia, autoestima y bienestar psicológico. Revista de Investigación en Psicología,
17(1), 93-105. https://doi.org/10.15381/rinvp.v17i1.8973
Murillo, F. J., Duk,
C., & Martínez-Garrido, C. (2018). Evolución
de la segregación socioeconómica de las escuelas
de América Latina. Estudios Pedagógicos, 44(1), 157-179.
https://doi.org/10.4067/S0718-07052018000100157
Murillo, J., & Martínez, C. (2017).
Segregación social en las escuelas
públicas y privadas en América Latina. Educación
y Sociedad, 38(140), 727-750.
https://doi.org/10.1590/ES010173302017167714
Murillo, F. J.,
& Martínez-Garrido, C.
(2017). Estimación de la
magnitud de la segregación escolar en América
Latina. Revista Internacional de Investigación en Educación, 9(19), 11-30. https://doi.org/10.11144/Javeriana.m9-19.emse
Navarro, G.,
Flores-Oyarzo, G., & Rivera, J. (2021). Relación entre autoestima y regulación
emocional en estudiantes con alta capacidad que
participan de un programa de enriquecimiento
extracurricular chileno. Calidad en la Educación, 55, 6-40. https://doi.org/10.31619/caledu.n55.1007
Neilson, C. (2013). Targeted Vouchers, Competition
Among Schools, and the Academic Achievement of Poor Students [documento de trabajo]. Yale University. https://economics.sas.upenn.edu/sites/default/files/filevault/event_papers/Neilson_2013_JMP_current.pdf
Olave, J. M., & Veléz,
C. (2017). Las familias entre fines educativos y económicos. El caso de Chile. Alteridad. Revista de Educación, 12(1), 43-54. http://doi.org/ 10.17163/alt.v12n1.2017.04
Olszewski-Kubilius,
P., & Corwith, S. (2018). Poverty, Academic Achievement, and Giftedness: A Literature Review. Gifted Child Quarterly, 62(1),
37-55. https:// doi.org/10.1177/0016986217738015
Ordaz,
G., & Acle, G. (2012).
Perfil psicosocial de adolescentes con aptitudes sobresalientes de un bachillerato público. Electronic Journal
of Research in Educational Psychology, 10(28),
1267-1298. https:/
/doi.org/10.25115/ejrep.v10i28.1534
Pérez, J., Borges, Á., & Rodríguez, E. (2017). Conocimientos y mitos sobre altas
capacidades. Talincrea: Revista
talento, inteligencia y creatividad,
4(1), 40-51. https:/
/www.cucs.udg.mx/talineng/sites/default/files/ adjuntos/03_06/06_Conocimientos.pdf
Plucker, J. A., & Peters, S. J. (2018). Closing Poverty-Based Excellence Gaps:
Conceptual, Measurement, and Educational Issues.
Gifted Child Quarterly, 62(1), 56- 67. https://doi.org/10.1177/0016986217738566
Raczynski,
D., Muñoz, G., Weinstein, J., & Pascual, J. (2013). Subvención Escolar Preferencial (SEP) en Chile: un intento por equilibrar la macro y
micro política escolar. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad,
Eficacia y Cambio en Educación, 11(2), 164-
193. https://revistas.uam.es/reice/article/view/2902
Ramírez, M., Devia, R. E., & León, R. A. (2011). Pobreza y rendimiento escolar: estudio de caso de jóvenes de alto rendimiento. EDUCERE, 15(52), 663-672.
http:// erevistas.saber.ula.ve/index.php/educere/article/view/ 13363/21921924453
Raven, J. C., & Court,
J. H. (1999). Test de matrices progresivas. Manual. Paidós.
Renzulli, J.
(2012). Reexamining the
Role of Gifted Education and Talent Development for
the 21st
Century: A Four-
Part Theoretical Approach. Gifted Child Quarterly, 56(3), 150-159. https://doi.org/10.1177/0016986212444901
Rodríguez, C., Espinosa, D., & Padilla,
G. (2020). Dónde
quiero que estudien mis hijos/as: caracterización de la oferta educativa y sus niveles de demanda
en Chile. Revista de Estudios
y Experiencias en Educación,
19(41), 57-70.
https://doi.org/10.21703/rexe.20201941
rodriguez4
Rossi-Casé, L., Neer, R., Lopetegui, S., Doná, S., Biganzoli, B.,
& Garzaniti, R. (2016). Test de Raven: actualización de
baremos en adolescentes argentinos y análisis del efecto Flynn. Revista
Iberoamericana de Diagnóstico y
Evaluación, 42(2), 3-13.
https://doi.org/10.21865/ RIDEP42_3
Santana, A.
(2010). Relación familia escuela en contextos de pobreza. Posibilidades y limitaciones en los procesos educativos. Revista CUHSO, 20(2),
81-93. https://doi.org/10.7770/CUHSO-V20N1-ART322
Sheridan, M. A., Sarsour, K., Jutte, D., D’Esposito, M., & Boyce, W. T. (2012). The Impact of Social Disparity on Prefrontal Function
in Childhood. PloS ONE, 7(4),
e35744. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0035744
Sillard,
M., Garay, M., & Troncoso, I. (2018). Análisis al nuevo sistema de admisión escolar en Chile: la región de Magallanes como experiencia piloto.
Calidad en la Educación, 49, 112-136. https://doi.org/10.31619/caledu.n49.578
Thomas, M. S. (2018). A Neurocomputational Model of Developmental Trajectories of Gifted Children
Under a Polygenic Model: When are Gifted Children Held Back by Poor Environments? Intelligence, 69, 200-212.
https://doi.org/10.1016/j.intell.2018.06.008
Tourón, J. (2004). De la superdotación al talento: evolución de
un paradigma. En C. Jiménez (Coord.), Pedagogía diferencial. Diversidad y equidad
(pp. 369-400). Pearson
Educación.
Valenzuela, J. P.
(2015). El efecto de la SEP en la reducción de la segregación
socioeconómica del sistema escolar chileno. Primeros
resultados. Estudios de Política
Educativa, 2. https://centroestudios.mineduc.cl/wp-content/uploads/sites/100/2017/07/F811333-Informe- Final-Valenzuela-UCHILE.pdf
Valenzuela, J. P., Gómez, G., & Allende, C. (2015, junio). «La Santa SEP», El efecto de la Ley de subvención escolar
preferencial en la reducción de la segregación socioeconómica del sistema escolar chileno desde la mirada de los actores. V Congreso
Nacional e Internacional de Estudios Comparados en
Educación, Buenos Aires.
Valenzuela, J. P., Villarroel, G., & Villalobos, C. (2013). Ley de Subvención Escolar
Preferencial (SEP): algunos resultados preliminares de su implementación. Pensamiento Educativo: Revista de Investigación Educacional Latinoamericana, 50(2), 113-131.
Velasco, M. F., & Quiroga-Garza, A.
(2018). Factores sistémicos asociados
a la experiencia escolar de adolescentes
con alto potencial intelectual. Revista Mexicana
de Investigación Educativa, 23(79), 1051-1074. https://www.comie.org.mx/revista/v2018/rmie/index.php/nrmie/article/view/1188/1170
Wai,
J. (2014). Experts are Born, then
Made: Combining Prospective and Retrospective Longitudinal Data Shows that Cognitive Ability Matters. Intelligence, 45, 74-80. https://doi.org/10.1016/j.intell.2013.08.009
Yun, D. (2020). Rethinking Human Potential from a Talent Development Perspective. Journal of Education of the Gifted, 43(1), 19-37. https://doi.org/10.1177/0162353219897850
Zapata-Zabala, M. E., Álvarez-Uribe, M.
C., Aguirre- Acevedo, D. C., &
Cadavid-Castro, M. A. (2012). Coeficiente
intelectual y factores asociados en niños escolarizados
en la ciudad de Medellín, Colombia. Revista de Salud Pública, 14(4), 543-557.
https://revistas.unal.edu.co/index.php/revsaludpublica/article/view/20522/40320
Recibido: 22 de octubre de 2021
Aceptado: 12 de enero de 2022
Este es un artículo
Open Access publicado bajo la licencia
Creative Commons Atribución 4.0 Internacional. (CC-BY
4.0)