https://doi.org/10.24265/liberabit.2020.v26n2.03
ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN
Adaptación lingüística y psicométrica del Cuestionario de Estilos Atributivos Académicos (EAT-A)
Linguistic and psychometric adaptation of the Academic Attributional Style Questionnaire (EAT-A)
Alejandro M. Rodríguez Huitróna,*
https://orcid.org/0000-0003-0684-2885 aLaboratorio de Investigación en Psicopatología Infanto-Juvenil, Facultad de Psicología,
Universidad Nacional Autónoma de México, México. Laura Hernández-Guzmána aLaboratorio de Investigación en Psicopatología Infanto-Juvenil, Facultad de Psicología,
Universidad Nacional Autónoma de México, México. https://orcid.org/0000-0003-3996-9540 Autor corresponsal:*alejandro8mrh@comunidad.unam.mx Para citar este artículo: Rodríguez, A. M., & Hernández-Guzmán, L. (2020).Adaptación
lingüística y psicométrica del Cuestionario de Estilos Atributivos
Académicos (EAT-A). Liberabit, 26(2), e408. https://doi.org/10.24265/liberabit.2020.v26n2.03 Resumen Antecedentes: las atribuciones que los estudiantes hacen
de sus resultados académicos pueden impactar en su
rendimiento académico. Sin embargo, la medición de las
atribuciones en este ámbito con frecuencia carece de
evidencias de validez y confiabilidad. Objetivos: analizar la
estructura factorial, validez convergente y confiabilidad de
la adaptación para estudiantes mexicanos del Cuestionario
de Estilos Atributivos Académicos (EAT-A). Método:
participaron 557 estudiantes de ambos sexos, entre 15 y 19
años, de la Ciudad de México. Mediante el análisis factorial
confirmatorio se sometió a prueba una estructura del EATA
con siete factores y otra con cuatro que no distingue las
atribuciones de éxito y fracaso. Se analizó la validez
convergente, la consistencia interna y la confiabilidad
compuesta del instrumento. Resultados: solo la estructura
con siete factores presentó ajuste adecuado, con los índices
RMSEA = .046; SRMR = .053; CFI = .961; TLI = .952 y χ²/gl
= 2.72. El EAT-A muestra evidencias de validez convergente
con la motivación de logro y de confiabilidad. Conclusión:
El EAT-A se muestra como un instrumento de medida breve
y fácil aplicación que dispone de evidencias de validez y
estimación de confiabilidad para examinar las atribuciones
que los estudiantes hacen de sus calificaciones. Palabras clave: atribuciones causales; calificaciones
escolares; educación media superior; instrumentos de
medición; análisis factorial. Abstract Background: Students’ attributions of their grades may
affect their academic performance. However, lack of
evidence supporting the validity and reliability of the
instruments measuring attribution is a major concern.
Objective: To analyze the factor structure, convergent
validity and reliability of the Academic Attributional Style
Questionnaire adapted to Mexican high school students
(EAT-A). Method: The sample consisted of 557 Mexico
City students of both sexes aged between 15 and 19. Using
a confirmatory factor analysis for both success and failure
attributions, a 7-factor structure and a 4-factor structure
of the EAT-A were tested. The instrument’s convergent
validity, internal consistency and reliability were examined.
Results: Only the 7-factor structure showed adequate fit
indices: RMSEA = .046; SRMR = .053; CFI = .961; TLI =
.952 and χ²/gl = 2.72. In addition, the EAT-A evidenced
convergent validity concerning success and reliability
motivation. Conclusion: The EAT-A is a quick- and easyto-
administer instrument for measuring students’
attributions of their grades in a reliable and valid manner. Keywords: causal attributions; school grading scale; high
school; measuring instruments; factor analysis. Introducción La búsqueda de la causalidad es una actividad que
ha favorecido la adaptación del ser humano, ya que
permite anticipar los resultados de un evento para
determinar un mejor plan de acción. Es así como se
intenta saber el porqué de los fenómenos, para
entender tanto al ambiente como a nosotros mismos. Durante su desarrollo, el ser humano asigna una
causa, o causas, a un resultado, de tal forma que
construye atribuciones que le permiten hacer
inferencias para determinar qué ocasiona y mantiene
un desenlace (Weiner, 2018). Si bien existe una gran
diversidad de posibles causas para un fenómeno, estas
se pueden describir en 3 dimensiones: a) locus, si se
debe a algo interno o externo de la persona; b)
estabilidad, estable versus inestable, por su
permanencia en el tiempo y c) controlabilidad, en
función del grado en que se considera que uno mismo
u otra persona puede modificar esa condición (Graham,
2020; Weiner, 2018). Así, se ha planteado que las
atribuciones con las que se explican los resultados de
un evento influirán en las expectativas, la motivación,
las emociones y el comportamiento de las personas
(Pekrun & Perry, 2014). Al respecto, se ha precisado
que el tipo de resultado (positivo o negativo) tiende a
atribuirse a diferentes tipos de causas: los resultados
positivos, como los éxitos, a atribuciones internas; y los
negativos, como los fracasos, a externas (Gonzalez,
2016; Matalinares et al., 2010; Muwonge &
Ssenyonga, 2015; Weiner, 2018). Uno de los ámbitos en los que frecuentemente se
han vinculado las atribuciones es el académico
(Houston, 2016; Zubeldia et al., 2018; Sáez, Bustos et
al., 2018). La necesidad de examinar las atribuciones
en este ambiente es sustancial, ya que la escuela es
un espacio de continua evaluación en el que el tipo de
atribuciones podrían afectar el potencial de los
estudiantes (Dweck & Yeager, 2019; Farrington et al.,
2012; Hamm et al., 2017). Además, las transiciones
entre los niveles académicos implican nuevos retos y
demandas que podrían favorecer el desarrollo de
atribuciones inadecuadas en los estudiantes (Hamm et
al., 2016; McMillan, 2015). En el periodo de transición
entre la secundaria y la educación superior, dicha
situación podría complicarse debido a los cambios
cognitivos, físicos y sociales que acompañan la
adolescencia (Ahmed et al., 2019; Foulkes &
Blakemore, 2018). De acuerdo con Weiner (2018), las atribuciones que
podrían favorecer los resultados académicos son los
siguientes: a) internas, el estudiante es el protagonista
del cambio; b) inestables, el éxito o fracaso no es una
situación estática, depende en parte de las acciones
propias; c) controlables, es posible dirigir determinadas
acciones para acercarse al éxito; y d) específicas, las
acciones que conllevan al éxito o fracaso son
situacionales. Según el autor, estas características
permiten que el estudiante considere que tiene el
control de los resultados de su aprendizaje.
González-Torres y Tourón (1992) sugieren que lo
más importante no es que en determinado momento
se realice una atribución, sino que exista una tendencia
generalizada por ciertas atribuciones que pueden ser
perjudiciales. Estos autores plantean que hay dos
patrones atribucionales. Por un lado, los adaptativos,
en los que se atribuye los éxitos a la capacidad y al
esfuerzo o los fracasos a la falta de esfuerzo. Por otro
lado, se encuentran los patrones atribucionales
desadaptativos, los cuales se caracterizan por atribuir
los éxitos a causas externas e incontrolables, como la
suerte, y los fracasos a causas internas, como la
capacidad. Bajo esta línea, se ha observado que los
patrones adaptativos se asocian con resultados
académicos esperados (Gonzalez, 2016; Houston,
2016; Lohbeck et al., 2017).
Además, se ha referido que el tipo de atribuciones
influye en la motivación para aprender (Lagos et al.,
2016; Pekrun & Perry, 2014; Sakaki & Murayama,
2013; Weiner, 2018) y en las metas de logro que se
plantean los estudiantes (Matalinares et al., 2010;
Miñano & Castejón, 2011). De acuerdo con Elliot
(1999), se distinguen dos metas de logro por las que
los estudiantes emprenden las actividades académicas las de dominio y las de competencia. Las metas de
dominio conllevan el esfuerzo por aprender o
comprender información y desarrollar o perfeccionar
una habilidad. Las metas de competencia dirigen la
conducta a demostrar buenos resultados ante una
evaluación, sin importar si se aprende o mejora en esa
actividad (Elliot, 1999). Asimismo, pueden presentar un
perfil de acercamiento cuando se realizan las tareas
con el mínimo esfuerzo que se requiere solo por cumplir
con ellas, o de evitación, el cual consiste en alejarse
de las actividades que puedan resultar en un fracaso.
Aunque ambas metas de competencia tienen el mismo
objetivo, demostrar habilidad, el tipo de aproximación
puede afectar la concentración y la persistencia para
alcanzar los resultados académicos (Regueiro et al.,
2018). En esta línea, se ha observado que las
atribuciones internas y controlables se asocian con
mayor motivación para realizar tareas académicas
(Erten & Burden, 2014) y metas de dominio que las
atribuciones externas, estables e incontrolables
(Haynes et al., 2009; Matalinares et al., 2010; Miñano
& Castejón, 2011). Asimismo, se ha planteado,
mediante intervenciones, que las atribuciones son
maleables y que promover en los estudiantes
atribuciones adaptativas conlleva a mejoras en sus
resultados académicos (Hamm et al., 2017; Haynes
et al., 2009; Mahmoodi & Doosti, 2018). Por tanto, las
atribuciones académicas se vislumbran como una
alternativa viable y eficaz para mejorar los resultados
académicos de los estudiantes.
Desafortunadamente, existe un problema a la hora
de medir las atribuciones en el ámbito académico, el
estado de desarrollo incipiente o cuestionable de los
instrumentos empleados para tal fin. Por ejemplo,
algunos estudios emplean preguntas aisladas para
referirse a las atribuciones, sin analizar sus propiedades
psicométricas (Carpi et al., 2009); otros estudios se
limitan a informar la consistencia interna del
instrumento de medida (mediante el alfa de Cronbach),
pero no ofrecen mayor evidencia del modelo de
medida con el que se está evaluando (Redondo et al.,
2014). Asimismo, se observa que comúnmente se
recurre de manera errónea al análisis de componentes principales como un procedimiento de análisis factorial
para examinar la estructura factorial del modelo de
medida de los instrumentos (Alavi et al., 2020). Sin
embargo, obviar o no disponer de evidencias de validez
y confiabilidad de los instrumentos de medición impide
realizar conjeturas válidas de los resultados obtenidos.
Al respecto, Clark y Watson (2019) advierten que la
evidencia de validez y confiabilidad de un instrumento
no es permanente, por lo que es recomendable
corroborar las propiedades de los instrumentos cada
vez que se aplican. Como se observa, la medición de las atribuciones
en el ámbito académico presenta ciertas limitaciones.
Por ejemplo, a pesar de que el Cuestionario de Estilos
Atribucionales (EAT) (Alonso & Sánchez, 1992)
carece de evidencia empírica que corrobore su
estructura factorial, ha sido uno los instrumentos más
empleados debido a su delimitación y definición
teórica y a los análisis psicométricos de los ítems,
especialmente con población hispanohablante. Este
ha sido utilizado con estudiantes de secundaria
chilenos (Moraga, 2017), españoles (Miñano &
Castejón, 2011), argentinos (Gómez et al., 2011) y
peruanos (Matalinares et al., 2010; Matalinares et al.,
2009; Jaimes, 2015). Es por ello que resulta necesario
y relevante aportar evidencia empírica que sustente
el modelo de medida que se propone en el EAT para
examinar las atribuciones que los estudiantes hacen
de sus calificaciones.
El EAT es un autoinforme con 72 ítems de
respuesta tipo Likert con cinco posibilidades de
respuesta (0 = totalmente en desacuerdo a 4 =
totalmente de acuerdo). Este instrumento se divide
en EAT-Académico (EAT-A), relativo a los estilos
atributivos relacionados con los resultados académicos
y EAT-Interpersonal (EAT-I), que se refiere a los
éxitos y fracasos en las relaciones interpersonales.
Sin embargo, debido al interés en las atribuciones
académicas, en este estudio solo se hará referencia
al EAT-A. Esta escala está compuesta por 41 ítems
englobados en siete factores que exploran las causas
más comunes a las cuales los estudiantes atribuyen el éxito y el fracaso académicos. Jurado et al., (2016)
proponen una estructura de cuatro factores en la que,
contrario a lo que se indica en la literatura
(Matalinares et al., 2010; Muwonge & Ssenyonga1,
2015; Weiner, 2018), no se diferencian las atribuciones
de éxito y fracaso.
En virtud a lo mencionado, así como a la
relevancia que tienen las atribuciones en los
resultados académicos, el objetivo de este estudio es
examinar si la estructura factorial de EAT-A
corresponde a su modelo de medida y presenta validez
convergente, así como confiabilidad en población
mexicana para indagar el tipo de atribuciones que los
estudiantes de educación media superior hacen de sus
calificaciones. Disponer de mayor certeza del modelo
de medida que propone el instrumento permitirá hacer
inferencias adecuadas sobre las atribuciones. Esta
información permitirá dirigir intervenciones orientadas
al desarrollo de atribuciones en los estudiantes que
beneficien su formación académica (Hamm et al.,
2017; Morris, 2013; Sukariyah & Assaad, 2015).
Método
La presente investigación es un estudio instrumental
(Montero & León, 2007) para la revisión de la
estructura factorial, validez convergente y confiabilidad
del EAT-A en estudiantes mexicanos de bachillerato.
Participantes
Se realizó un muestreo no probabilístico por
conveniencia (Otzen & Manterola, 2017) de tres
instituciones de la zona metropolitana de la Ciudad de
México (dos públicas y una privada), así como del
grupo de participantes, el cual estuvo conformado por
599 estudiantes de educación secundaria alta (media
superior - bachillerato), de acuerdo con la Clasificación
Internacional Normalizada de la Educación (UNESCO,
2011). Los criterios de inclusión fueron los siguientes:
a) cursar la educación media superior, b) ser estudiante
regular, c) firmar el consentimiento informado, d) no
presentar alguna limitación para contestar los
instrumentos. El criterio de exclusión consistió en no completar los instrumentos. Se prescindió de 42 casos
con más de 40% de omisiones. La muestra final fue
de 557 participantes, 458 de escuelas públicas y 99 de
privadas; de los cuales 127 eran de primer semestre,
99 de tercero y 331 de quinto. De estos, 285 eran
mujeres y 272 hombres con edades que oscilaban entre
los 15 y 19 años (M = 16.9; DE = .93). Instrumentos
Cuestionario de estilos atributivos (EAT) de
Alonso y Sánchez (1992). El EAT es un autoinforme
con 72 ítems de respuesta tipo Likert con cinco
posibilidades de respuesta (0 = totalmente en
desacuerdo a 4 = totalmente de acuerdo). Si bien
este instrumento hace referencia a las atribuciones
académicas (EAT-A) y a las atribuciones
interpersonales (EAT-I), por la relevancia que posee
para este estudio, solo se analizará el EAT-A. Dicha
escala está compuesta por 41 ítems distribuidos en
siete factores: 1) atribución del éxito al esfuerzo (e.
g., Cuando he trabajado con empeño, generalmente
he podido superar los obstáculos que me impedían
tener éxito en los estudios); 2) atribución del fracaso
a la falta de esfuerzo (e. g., Si las notas que saco
no son tan buenas como esperaba, normalmente
pienso que se debe a mi falta de esfuerzo); 3)
atribución del éxito a la habilidad (e. g., Pienso que
mis buenas notas reflejan, sobre todo, lo listo que
soy para los estudios); 4) atribución del fracaso a
la falta de habilidad (e. g., Si sacase malas notas,
dudaría de mi inteligencia); 5) atribución del fracaso
al profesor (e. g., Normalmente, si he sacado malas
notas ha sido porque el profesor era un tacaño al
puntuar); 6) atribución del éxito a la suerte (e. g.,
Por lo general, apruebo simplemente por suerte); y
7) atribución del fracaso a la suerte (e. g., Me
parece que, normalmente, mis notas bajas se han
debido a la casualidad). Los autores refieren que los
siete factores del EAT-A explican el 44.99% de la
varianza, mientras que el coeficiente alfa de
Cronbach de cada una de las siete escalas oscila
entre .65 y .78. Por su parte, Matalinares et al.
(2009), informaron que con estudiantes peruanos cada uno de los ítems presenta una V de Aiken igual
o superior a .88 (p < .05) y el instrumento completo,
un alfa de Cronbach de .62. Con población
mexicana, Jurado et al. (2016) examinaron la
estructura factorial de una adaptación del
instrumento en estudiantes universitarios y
encontraron una estructura de cuatro factores:
habilidad, esfuerzo, suerte y profesor.
Escala de patrones adaptativos para el
aprendizaje («Patterns of Adaptive Learning
Survey», PALS) (Midgley et al., 2000). La PALS es
un instrumento de autoinforme que explora, según la
Teoría de Orientación a la Meta, los propósitos o
razones por las cuales el estudiante se involucra y
persiste en situaciones académicas (Elliot, 1999;
Regueiro et al., 2018). Emplea ítems tipo Likert con
cinco posibilidades de respuesta (1 = totalmente falso
a 5 = totalmente verdadero). Contiene 106 ítems
distribuidos en cinco subescalas, una respecto a las
metas académicas que tienen los estudiantes y cuatro
con relación a la percepción del estudiante sobre las
metas académicas que tienen sus profesores, sus
compañeros, sus padres y la comunidad respecto a
él. En este estudio se utilizará la subescala que
explora las metas académicas de los estudiantes, la
cual se denomina patrones individuales de Orientación
a la Meta (PALS-PI), que está integrada por 13 ítems
que componen tres factores: 1) orientación a metas
de dominio (OMD) (e. g., Es importante para mí
aprender mucho este año); 2) orientación a metas de
competencia-acercamiento (OMCA) (e. g., Una de
mis metas es demostrar a los otros que soy bueno
en el trabajo de clases); y 3) orientación a metas de
competencia-evitación (OMCE) (e. g., Una de mis
metas es evitar que los demás piensen que no soy
listo). Una calificación alta en cada factor representa
el tipo de orientación que el estudiante refiere. Los
autores del instrumento (Midgley et al., 2000) indican
los siguientes coeficientes de confiabilidad (alfa de
Cronbach) para cada uno de los factores: OMD =
.76, OMCA = .70 y OMCE = .83. En población
mexicana y española se informan coeficientes (alfa de Cronbach) para cada escala de .75, .66 y .71,
respectivamente, así como una estructura factorial
consistente con el instrumento original (Gaeta, Teruel,
& Orejudo, 2012). En esta muestra se obtuvieron los
siguientes coeficientes omega de Mcdonald: .81, .78
y .80, respectivamente; así como un buen ajuste de
la estructura de tres factores (χ²/gl = 1.95; RMSEA
= .034; IC 90% [.023, .045]; CFI = .98; TLI = .97;
SRMR = .034). Procedimiento En cuanto a la adaptación lingüística del EAT-A,
de acuerdo con Muñiz et al. (2013), tres expertos en
el área de evaluación educativa, revisaron el
contenido del cuestionario para determinar si el
lenguaje empleado era adecuado para población
mexicana. Asimismo, un grupo de cinco estudiantes
de quinto año de bachillerato revisaron los ítems para
indicar si algo no les quedaba claro. Posteriormente,
se elaboró una versión final con 41 ítems que
consideraban las observaciones de los expertos y de
los estudiantes. En la versión final, se sustituyeron
términos del español de España por palabras que se
usan en México y se despersonalizaron los ítems
para evitar confusión al responder (e. g., «Si suspendo
una asignatura, probablemente es por no estar
capacitado intelectualmente para la misma» frente a
«Reprobar una materia significa que no se está
capacitado intelectualmente para la misma»). Con el consentimiento de las autoridades
correspondientes, se llevó a cabo la aplicación del
EAT-A y la PALS-PI de manera colectiva en el salón
de clase de cada grupo escolar. Se comentó a los
estudiantes el propósito del estudio, así como las
características de su participación: voluntaria, anónima
y autónoma. Se solicitó a los participantes que
revisaran y firmaran el consentimiento informado. Se
explicó y ejemplificó la manera de responder y se
solicitó que antes de contestar leyeran las
instrucciones y ejemplos del cuadernillo de preguntas.
El tiempo de aplicación fue de 30 a 45 minutos. Análisis de datos Se eliminaron los casos que presentaron más de
40% de omisiones en las respuestas de las escalas
(Rikoon et al., 2015). Los casos con un menor
porcentaje de omisiones se asignaron mediante el
método de imputación múltiple (Lang & Little, 2018)
con el paquete MICE (Buuren et al., 2019) del
programa estadístico RStudio versión 1.1.456
(RStudio, 2019). Con el paquete Lavaan (Rosseel et
al., 2020), del mismo programa, se realizó el análisis
factorial confirmatorio para someter a prueba la
estructura factorial del EAT-A. Se utilizó el método
de mínimos cuadrados ponderados robusto (WLSMV,
por sus siglas en inglés) para la estimación de los
parámetros debido a que los ítems del EAT-A son de
tipo Likert con 5 opciones de respuesta (Martínez-
Abad & Rodríguez-Conde, 2017; Monroe, 2018). De
acuerdo con la recomendación de Orcan (2018),
cuando se emplea el análisis factorial confirmatorio
es necesario no solo corroborar el ajuste de un
modelo teórico, sino que además es recomendable
comparar los índices de ajuste de otros modelos
alternativos para seleccionar el mejor. Dado lo
anterior, se sometieron a prueba dos modelos. Por un
lado, se puso a prueba el modelo original con la
estructura factorial propuesta por el autor, con siete
factores; y por otro, un modelo alternativo propuesto
por Jurado et al. (2016), con una estructura de cuatro
factores: 1) atribución a la suerte, 2) atribución al
esfuerzo, 3) atribución a la habilidad y 4) atribución
al profesor. Se analizó el ajuste de cada modelo y se
eliminaron los ítems con carga menor de .50 en cada
factor (Hair et al., 2014). Para evaluar el ajuste de los modelos se
emplearon los siguientes índices: el error cuadrático medio de aproximación (RMSEA) y el residual
cuadrático estandarizado (SRMR) como medidas
absolutas de ajuste; el índice de ajuste comparativo
(CFI) y el índice Tucker-Lewis (TLI) como medidas
de ajuste incremental; así como la razón de Chicuadrado
sobre los grados de libertad (χ2/gl) como
medida de ajuste de parsimonia. De acuerdo con los
estándares, los valores adecuados son RMSEA ≤ .06,
SRMR ≤ .06, CFI ≥ .95, TLI ≥ .90 y χ²/gl ≤ 3 (Hu
& Bentler, 1999; Kline, 1998). Con el programa RStudio versión 1.1.456 (RStudio,
2019) y el paquete MVN (Korkmaz et al., 2019), se
realizó la prueba de Mardia para examinar la
normalidad bivariante entre los factores de los
instrumentos (Cerrón, 2016). Con el paquete Psych
(Revelle, 2019), se exploró la correlación del puntaje
de las escalas con las puntuaciones referidas de
motivación de logro para determinar la validez
convergente del instrumento. Al respecto, Campbell
y Fiske (1959) sugieren que existe evidencia de
validez convergente cuando los factores de un mismo
constructo correlacionan altamente entre ellos y que
esa correlación es mayor que la que existe con
respecto a las medidas propuestas para otro
constructo. Con el mismo paquete se realizó un
análisis del coeficiente de omega de Mcdonald para
determinar la confiabilidad en términos de
consistencia interna de los factores del modelo con
mejor ajuste (Deng & Chan, 2017). De acuerdo con
Ventura-León y Caycho-Rodríguez (2017), un
coeficiente omega igual o superior a .65 refiere
adecuada confiabilidad del instrumento. Asimismo, por
tratarse de un análisis factorial confirmatorio, se
calculó la confiabilidad compuesta de los factores
(Peterson & Kim, 2013). Resultados La Tabla 1 muestra el número de factores, ítems
e índices de ajuste del modelo original, con siete
factores, y del modelo alternativo, con cuatro. En
ambos casos es posible apreciar que los indicadores
muestran que no hay un ajuste adecuado del modelo
con los datos. Dado lo anterior, se eliminaron en
ambos modelos los ítems que no discriminaban con
sesgo o con carga menor de .50 en cada factor (Hair
et al., 2014). De dicho procedimiento resultó una
versión B del modelo original, integrada por 23 ítems
y una versión B del modelo alternativo, compuesta
por 24 ítems. Los índices que muestran un mejor
ajuste corresponden a la versión B del modelo
original, en el cual se observa distinción entre las
atribuciones que los estudiantes hacen del éxito y las
del fracaso. En la Tabla 2 se observan las cargas factoriales
de los ítems en cada factor, así como las correlaciones entre factores del modelo de siete
factores con 23 ítems.
En cuanto a la validez convergente, con la prueba
de Mardia se encontró que los factores de los
instrumentos no muestran normalidad bivariante entre
ellos, por lo que la asociación entre los factores se
examinó con la correlación rho de Spearman. En la
Tabla 3 se presentan las correlaciones entre los
factores del EAT-A con los patrones de orientación a
meta que explora el PALS-PI. En general, se observa
que aunque existe asociación entre los factores del
EAT-A y del PALS-PI, esta asociación es menor que
la existente entre las escalas del EAT-A. Los factores del modelo original con 23 ítems
obtenidos en el análisis factorial confirmatorio alcanzan
coeficientes omega Mcdonald y confiabilidad
compuesta igual o superior a .65 (Tabla 4), lo que
indica una consistencia interna de las escalas
adecuadas (Ventura-León & Caycho-Rodríguez, 2017) Discusión Se ha destacado la importancia que tienen las
atribuciones causales en los resultados académicos
de los estudiantes (Houston, 2016; Zubeldia et al.,
2018; Sáez et al., 2018). Sin embargo, los instrumentos
que se emplean para examinar las atribuciones en este
ámbito suelen carecer o no exhiben evidencias de las
propiedades psicométricas que brinden soporte a su
estructura factorial y corroboren la validez
convergente y confiabilidad en la población objetivo. Dado lo anterior, el propósito del estudio fue
examinar estas propiedades de uno de los instrumentos
que frecuentemente se ha empleado en estudiantes
hispanohablantes para examinar las atribuciones que
hacen de sus calificaciones, el EAT-A.
Los resultados obtenidos apoyan la estructura
factorial del EAT-A con siete factores: 1) atribución
del éxito al esfuerzo, 2) atribución del fracaso a la falta
de esfuerzo, 3) atribución del éxito a la habilidad, 4)
atribución del fracaso a la falta de habilidad, 5)
atribución del fracaso al profesor, 6) atribución del éxito
a la suerte y 7) atribución del fracaso a la suerte. En
esta solución factorial es posible identificar las
dimensiones de locus, estabilidad y controlabilidad
(Graham, 2020; Weiner, 2018) en las causas por las
que los estudiantes atribuyen sus calificaciones. De
acuerdo con estos autores, la dimensión de locus
quedaría reflejada con el esfuerzo y la habilidad como
causas internas del estudiante, y la suerte y el profesor
como atribuciones externas. La dimensión de
estabilidad permite diferenciar el esfuerzo y la suerte
como atribuciones inestables, y la habilidad y el
profesor como causas estables. La controlabilidad se
representaría con el esfuerzo como una causa que el
estudiante puede controlar, con los profesores como
algo que la institución puede controlar, y con la suerte
y la habilidad como causas que no se pueden controlar.
Asimismo, la estructura con siete factores apoya
la propuesta teórica de que se recurren a distintas
atribuciones para explicar el éxito y el fracaso. Al
considerar que los estudiantes se enfrentan a situaciones de éxito y fracaso no sería posible atribuir
a una causa estable para ambos resultados. Si el
fracaso de un evento se atribuye a causas inestables
e incontrolables, entonces se puede esperar un
resultado similar en el futuro. En contraste, cuando
se consideran controlables y estables, aumenta la
posibilidad de obtener un resultado diferente (Haynes
et al., 2009). Por tanto, resulta conveniente que el
EAT-A permita distinguir los tipos de resultados para
identificar las atribuciones que los estudiantes hacen
del éxito y del fracaso. Al respecto, se ha observado que los resultados
favorables y adversos tienden a atribuirse a diferentes
tipos de causas, los éxitos a la propia capacidad o al
esfuerzo, y los fracasos a causas externas a uno mismo
(Matalinares et al., 2010; Muwonge & Ssenyonga1,
2015), fenómeno que podría explicarse por la tendencia
a preservar el autoconcepto y la autoestima (Alonso
& Sánchez, 1992; Caso & Hernández, 2010). En cuanto a la validez convergente, en general los
resultados muestran que los factores del EAT-A
presentan mayor asociación entre sí que con los
factores de las metas de logro. Asimismo, es posible
destacar asociaciones que se han observado en la
literatura entre los tipos de atribuciones y las metas
de motivación. Se ha planteado que los estudiantes
se encuentran más motivados para aprender cuando
consideran que los éxitos se deben a causas internas
y controlables. Contrariamente, cuando los fracasos
son vistos como incontrolables o estables, existe una
menor motivación para alcanzar el objetivo (Lagos
et al., 2016; Hamm et al., 2017; Haynes et al., 2009;
Pekrun & Perry, 2014; Weiner, 2018).
En este estudio, las metas de dominio muestran
asociación negativa con las atribuciones de éxito y
fracaso externas, así como con la atribución interna
de fracaso por la habilidad. Lo anterior refleja que el
estudiante con motivación por aprender se
responsabiliza de sus resultados académicos debido a
que los atribuye a causas internas y controlables, como
el esfuerzo. Al respecto, se ha informado que el estudiante que considera que las causas de su éxito
radican en sí mismo y que son controlables, refiere
mayor motivación orientada al dominio que cuando
considera que las causas son externas, estables e
incontrolables (Haynes et al., 2009; Matalinares et al.,
2010; Miñano & Castejón, 2011). En contraste, las
metas de competencia de acercamiento y evitación
asocian más los éxitos con la suerte, lo cual, al ser una
causa externa, inestable e incontrolable, como la suerte,
deslinda de alguna manera al estudiante de la
responsabilidad de sus resultados. Asimismo, es posible
observar que este tipo de metas presentan mayor
asociación con la atribución de los éxitos y los fracasos
a la habilidad que las metas de dominio. De acuerdo
con la motivación de logro, esto podría implicar que
los estudiantes con metas de competencia tienen la
noción de que las calificaciones son un reflejo de sus
habilidades y por ello buscan la calificación, para
demostrarse «buenos» ante los demás, más que por
aprender (Elliot, 1999; Regueiro et al., 2018). Por último, los siete factores de la versión con 23
ítems del EAT-A presentan una consistencia interna
adecuada (Ventura-León & Caycho-Rodríguez,
2017). La presencia de ítems que comprometían el
ajuste de ambos modelos es un aspecto relevante de
los análisis realizados. Al igual que en el estudio de
Jurado et al. (2016), fue necesario eliminar ítems que
no discriminaban con sesgo o que presentaban menor
carga factorial en cada uno de los factores. La razón
de que algunos ítems no funcionen, probablemente,
se deba a que el contenido de estos ítems no
corresponde con la forma de pensar de los
estudiantes en la actualidad o en la localidad que se
considera en este estudio, o bien a que no se realizó
el procedimiento estadístico adecuado para integrar
los factores originales. De lo anterior, se desprende
la inminente necesidad de examinar la validez de
constructo de los instrumentos de medición antes de
hacer inferencias de los resultados.
Una aportación importante de esta investigación
es el uso del análisis factorial confirmatorio para
brindar evidencia de validez de constructo al EATA debido a que previamente se había analizado su
validez únicamente mediante el análisis de
componentes principales (Alonso, 1987). Esta
evidencia corrobora que los factores del instrumento
se pueden categorizar de acuerdo con las
dimensiones atribucionales (Graham, 2020; Weiner,
2018) y el tipo de resultado (Matalinares et al., 2010;
Muwonge & Ssenyonga1, 2015) que se han
planteado en la literatura. La evidencia de las
propiedades psicométricas del EAT-A exhibe a este
instrumento como una opción actualizada para seguir
construyendo el campo de conocimiento concerniente
a la importancia y a los alcances que tienen las
atribuciones en los resultados académicos. Asimismo,
la asociación de las atribuciones con la motivación
que refieren los estudiantes brinda evidencia de la
importancia de contemplar ambas variables para
favorecer los resultados académicos. Por otro lado, es necesario mencionar que el
presente estudio tuvo limitaciones que podrían
solventarse en estudios futuros. En primer lugar, sería
ideal disponer de un muestreo probabilístico que
favoreciera la representatividad de los resultados y
contemplar al menos otra muestra para analizar si el
instrumento señala invarianza de la solución factorial.
Asimismo, podrían contemplarse muestras de otros
países hispanohablantes para establecer si existe
invarianza con otros países del mundo hispano o si,
por el contrario, se presentan diferencias
transculturales. En segundo lugar, resultaría
conveniente indagar de qué manera los estudiantes
conciben el esfuerzo, la habilidad, el profesor y la
suerte de acuerdo con las dimensiones de locus,
estabilidad y controlabilidad; ya que se ha observado
que pueden tener distinto significado para estos
(Gonzalez, 2016). La forma de categorizar las causas
en sus dimensiones podría hablar de distintos tipos de
estudiantes. Por ejemplo, las habilidades pueden
plantearse como algo estable o una característica
inestable que se desarrolla con la práctica. De
acuerdo con Dweck y Yeager (2019), promover en
los estudiantes que las habilidades son inestables y
que se incrementan con la práctica favorece sus resultados académicos, así como su motivación por
aprender. Conclusiones En este estudio, el instrumento EAT-A se perfila
como un instrumento de medida breve y de fácil
aplicación que dispone de evidencias de validez y
estimación de confiabilidad para examinar las
atribuciones que los estudiantes hacen de sus
calificaciones. Dado que las calificaciones son uno
de los resultados que mayor impacto tienen en la
trayectoria académica de los estudiantes (Brookhart
et al., 2016), resulta imprescindible examinar a qué
factores las atribuyen los estudiantes: a su habilidad,
a su esfuerzo o a algún factor externo, como los
profesores o la suerte. Distinguir las atribuciones que
refieren los estudiantes de sus calificaciones permitirá
explorar de qué manera se asocian con los resultados
académicos y con otras variables que inciden en su
desempeño. Disponer de esta información podrá
orientar la implementación de prácticas preventivas
en el aula que promuevan las atribuciones adaptativas,
así como dirigir intervenciones orientadas a modificar
las atribuciones en los estudiantes que podrían
comprometer su formación académica (Hamm et al.,
2017; Morris, 2013; Sukariyah & Assaad, 2015). Conflicto de intereses
Por medio del presente se declara que los autores
del presente artículo no tienen ningún conflicto de
intereses con el contenido del mismo.
Responsabilidad ética
El presente estudio se realizó contemplando las
normas y los lineamientos del Código ético propuesto
por la Sociedad Mexicana de Psicología (2010). En
particular, se atendieron los artículos 47, 48 y 49
concernientes a los protocolos de investigación. Con
la anuencia de las autoridades correspondientes, se
informó a los estudiantes el propósito del estudio, así
como las características de su participación:
voluntaria, anónima y autónoma. Cabe aclarar que en esta investigación no se realizaron experimentos con
humanos ni animales. Contribución de autoría AMRH: diseño del estudio, recolección de datos,
análisis estadístico, redacción, discusión y revisión
final del manuscrito. LHG: diseño del estudio, discusión y revisión final
del manuscrito. Agradecimientos
Los resultados del presente artículo forman parte
de una investigación más amplia que fue llevada a
cabo como parte del proyecto doctoral de Alejandro
Manuel Rodríguez Huitrón. Se extiende un
agradecimiento al Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología (Conacyt), el cual le otorgó una beca para
cursar el grado (becario 588637). Asimismo, se
agradece a la Dirección General de Asuntos del
Personal Académico de la UNAM que apoyó la
realización del estudio mediante el Proyecto PAPIIT
IN304016. Referencias Ahmed, S. F., Tang, S., Waters, N. E., & Davis-Kean, P.
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Laboratorio de Investigación en Psicopatología Infanto-Juvenil, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México. Licenciado
en Psicología y profesor de asignatura. Su trabajo se centra en la
evaluación educativa y en las variables psicológicas que influyen en el
rendimiento académico ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0684-2885 Autor corresponsal: alejandro8mrh@comunidad.unam.mx, alejandro8mrh@gmail.com Laura Hernández-Guzmán Laboratorio de Investigación en Psicopatología Infanto-Juvenil, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México. Ph. D. en Psicología y
catedrática de la universidad. Su trabajo se centra en la medición,
tratamiento e impacto de las psicopatologías
infantil y juvenil. ORCID:https://orcid.org/0000-0003-3996-9540 ahegu@me.com, lher@unam.mx
Recibido: 08 de junio de 2020
Aceptado: 15 de octubre de 2020
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